Archivo | enero, 2024

El sueño recurrente de los abuelos, llega al amanecer

22 Ene

(Cuento)

(*)

Todas las madrugadas. Mi sueño es interrumpido al amanecer, a veces son las 3 en otras ocasiones las 4 de la mañana cuando mi mente se activa, al recordar que la justicia no llega para todos por igual, que muchos marcharon a otros planos, no por voluntad propia, sino por el odio, el egoísmo, la maldad de personajes oscuros aprovechándose del poder “supremo” atropellaron y continúan llevándose de encuentro a nuestros ancestros.

Cuentan las historias de muchas abuelas y abuelos que su vida ha sido un calvario, no ha sido fácil enfrentar los retos que se les han presentado, pero también aseguran que con coraje y la guía de los ancestros han sabido superar los obstáculos hasta hoy en día. Saben que la guía del gran espíritu creador y formador de vida, no les abandona, y es la luz en este transitar.

El abuelo sale cada amanecer de su humilde ranchito, ya no de paja ni de ramas quizá como nos los pintaron las historias campestres del pasado, o las ideas que nos dieron de tristeza y melancolía en la zona rural, pero tampoco ha mejorado esa calidad de vida, pues la “casita”, a penas se sostiene de un par de paredes de ladrillos, medio repelladas, completando su entorno un plástico negro sostenido entre alambres, unas ramas y bambús, se planta en medio de la montaña y un pequeño riachuelo, que alimenta los linderos del terrenito, que con sacrificio logró comprar.

Con esfuerzo sobrevive, come lo poco que logra cultivar con sus manos temblorosas, llagadas y sin la fuerza de tiempos de juventud. La soledad es la compañía habitual en el diario vivir o sobrevivir.

De joven dice que se salvó de milagro, “eran tiempos peligrosos”, y en los cuales todos eran vistos con recelo por la autoridad, cuenta mientras observa la tierra que le da vida, que resguarda la semilla de su trabajo, y meses venideros le dará de comer.

Su plática se refiere “a los tiempos del General”, dice; sí aquel que ordenaba cortar los dedos o las manos a cualquier criminal, en particular sospechosos por su aspecto, por su forma de vestir o hablar. Sí, ese general que dicen que “puso orden” en este país y trajo bienestar social, el de las «aguas azules, pues.

El abuelo no sabe mucho de ello, o ya su mente hoy en día no desea regresar en el tiempo ni le interesa recordar. Además, por aquellos inicios de la dictadura del general, apenas tendría unos 9 o 10 años cuando menos, eran tiempos de otra realidad.

Lo que no olvida es que sus tíos ya no los volvió a ver, eran jóvenes fuertes y laboriosos, que un día con su padre las autoridades se los llevaron, acusándolos de pertenecer a una célula comunista, aunque ellos dijeron repetidamente que no sabían que era eso, ni mucho menos entendían el por qué se les capturaba junto a otras personas, cuando lo mucho que sabían eran el trabajo de la comunidad, su herencia ancestral de trabajar codo a codo con otros para sobrevivir la vida.

El abuelo cuenta sus historias, entre intentos de querer olvidar ese pasado, y entre recuerdos vagos se mezclan sus palabras, mientras su atención se centra en el bastón de madera que le sostiene para caminar, ya a sus 92 años solo se limita en decir que: “eran tiempos feos”.

De pronto menciona, que su mamá lo escondía cada vez que andaban por el terreno cerca los de la Guardia, tuvieron que migrar a otro lugar para salvarse de aquellos oscuros días.

También menciona que nunca quiso saber más de aquellos días, pues el miedo los envolvió por años, así que se dedicó a sobrevivir. “Todavía sigo aquí” – pero mientras tanto con su dedo indica que la clave de estar aquí hoy en día, fija su mirada, sus labios se resguardan y pone sobre ellos su dedo a modo de conclusión, es el símbolo del silencio y no reclamo.

Perder a su familia, fue un golpe duro para él y muchos de su generación, sobre todo las mujeres que tuvieron que asumir la responsabilidad de cuidar los hijos, las pocas pertenencias, la herencia ancestral, los saberes, en medio de las noches de pánico y persecución. La madre del abuelo, le enseñó que la vida no siempre es como se quiere, sabe que quienes trascienden “nunca dejan de estar entre nosotros, se quedan aquí para siempre, son nuestra luz”, precisa.

Es así, como el abuelo sobrellevó esta situación por generaciones, hasta los tiempos actuales. Otro de los momentos de dolor que enfrentó, fue a los 15 años cuando murió su madre, y le dejaba la herencia: “Sobrevivir en medio de una tierra bonita, pero también una tierra que muchos la codician con malas intenciones”.

El abuelo, señala que ha trabajado duro, bajo sol y lluvia, la tierra es su base, como lo fue para sus ancestros, aprendió a trabajarla y vivir de ella. “Dinero no tengo, pero a mí el trabajo no me faltó  pues logré salir siempre adelante”, dice con orgullo, mientras prepara un cafecito en una taza de aluminio, luego de calentar el agua en la hornilla tilosa por el humo de la leña.

(*) Iván Escobar/Periodista salvadoreño.-

92 años de resistencia 

22 Ene
Foto cortesía: Juan Rivas.

Ceremonias, foros y conciertos en memoria de las víctimas de la masacre de 1932

Por: Iván Escobar

Comunidades indígenas, organizaciones y colectivos artísticos participaron este fin de semana, en una serie de jornadas conmemorativas en el marco del 92 aniversario de la masacre de 1932, las actividades tuvieron lugar en El Llanito, municipio de Izalco, departamento de Sonsonate, uno de los espacios sagrados paras las comunidades originarias. También se tuvieron actividades en otras zonas del territorio.

Desde el sábado 20 hasta hoy lunes 22, se han llevado a cabo jornadas conmemorativas, una de estas se organizó por el Consejo Ancestral de los Comunes en los Territorios Indígenas (CACTI), celebró una ceremonia ancestral al amanecer en memoria de las víctimas del 32´, el sábado 20 de enero, posteriormente se realizó un foro: en un primer panel los asistentes escucharon testimonios de tatas y familiares de víctimas de la masacre, provenientes de Nahuizalco, Tacuba e Izalco, en la zona occidental.

Un segundo panel, se realizó con académicos, representantes de derechos humanos, y de las comunidades originarias, que participaron en el conversatorio: “92 años del impunidad y peligro latente de repetición ante la nueva Ley de expropiación de tierras, del agua y otras acciones de despojo de bienes naturales”. Esta jornada tuvo lugar en El Llanito, espacio sagrado para las comunidades, por ser una de las fosas comunes donde en 1932 quedaron cientos de víctimas de la masacre.

A partir de las 4 de la tarde, del sábado se desarrolló el “Concierto por la memoria y los Derechos de los Pueblos Originarios”, donde participaron artistas locales y agrupaciones como: Yankwik Yultaketzalis, Nawilía, Shulul, Tecupan, Franklin Quezada, Lilo González y Machetrés. La actividad tuvo lugar en el parque central de Izalco.

La Alcaldía del Común de Izalco, inició este domingo sus jornadas conmemorativas, en horas de la noche recorrió las calles del municipio de Izalco, en Sonsonate, con la tradicional peregrinación a las fosas comunes, visitando los espacios sagrados como: La Ceiba, La Violeta y concluyendo en El Llanito. Durante el recorrido compartieron testimonios con pobladores y visitantes.

Fotografía cortesía Juan Rivas.

Este lunes 22 de enero, la Alcaldía del Común celebró su ceremonia ancestral en El Llanito, donde nuevamente se ha exigido justicia y reparación para las víctimas y familiares de la masacre de 1932. “…Esta ceremonia es para los abuelos, es para conmemorar toda esa masacre de hace 92 años. Es para decir que todavía estamos aquí, es para decirles que todavía existimos y vamos a seguir luchando…es para decirles a los abuelos que el sacrificio de ellos, todavía nosotros lo llevamos en nuestros corazones”, expresó este lunes, el Tata Tito Pasín, alcalde del Común de Izalco.

Las comunidades del Tunal Yukan en San Salvador, conmemoraron este domingo 21 de enero, a las víctimas del 32, en el altar Se At Tunal Yukan (Cerro de San Jacinto), donde además participaron representantes de la Asociación de Consejos de Pueblos Originarios de Cuzcatán (ACOPOC), así como una delegación de sacerdotes de Mayas, que asistieron. “Una gran bendición, al AJAW, Creador y Formador, un ofrecimiento de nuestra cosmovisión Maya y espiritualidad” compartió el Tata Albino Cubur Quexel.

Izalco es el epicentro de la masacre de 1932

Fotografía: Iván Escobar

El municipio de Izalco, en Sonsonate “es el epicentro de la masacre”, aseveró Juliana Ama, descendiente del tata José Feliciano Ama, líder indígena que encabezó la resistencia y fue asesinado por el régimen durante la masacre. “Los abuelos levantaron su voz, yo tengo más de 20 años de estar impulsando la memoria, asistiendo cada enero a este espacio sagrado (El Llanito) para conmemorar a nuestras abuelas y abuelos”, añadió.

El 22 de enero de 1932, el gobierno de facto del General Maximiliano Hernández Martínez, impulsó una represión ante el levantamiento de las comunidades indígenas de la zona occidental y central del país, que exigían mejores condiciones de vida, la devolución de sus tierras comunales que habían sido expropiadas por los terratenientes cafetaleros, y otros problemas sociales que enfrentaban.

Entre el 22 y 24 de enero, las fuerzas gubernamentales, con apoyo económico de los terratenientes, así como grupos armados (apoyados por el gobierno), y bajo la consigna de que había que erradicar el comunismo de El Salvador, se persiguió y asesinó a más de 30 mil indígenas, semanas después y meses la persecución continuó al grado que los nativos originarios, por temor a ser asesinados, dejaron de utilizar sus vestimentas originarias, así como ya no se habló con libertad, el náhuat.

“La masacre fue el tiro de gracia para la lengua en 1932, a nosotros nos decían, que no nos iban a enseñar a hablarlo porque era peligroso”, comentó Juliana Ama, al referir a los impactos que a la fecha, sigue sufriendo la comunidad, a partir de la masacre.

A la fecha, el náhuat es una lengua que se está perdiendo, y las comunidades lamentan que no existan políticas encaminadas de reivindicar la memoria, y sobre todo el rescate de las tradiciones. 

La oscura noche del 32´, una masacre que sigue en la impunidad

21 Ene
El Llanito, una fosas comunes en Izalco, lugar sagrado para la comunidad indígena.

1932 una herida latente

La división ha sido la herramienta utilizada por el sistema contra las poblaciones originarias

Por: Iván Escobar

La masacre indígena de 1932 perpetrada durante la administración del dictador, General Maximiliano Hernández Martínez, comenzó la noche del 22 de enero de ese año, propiciando desde esa fecha una lesión marcada en la cultura salvadoreña, y aprovechada por el sistema de poder de la época. Esta fecha sigue siendo la principal herramienta para fomentar la división entre los descendientes originarios, herederos del dolor y la represión.

Fueron más de 30 mil asesinados durante la represión impulsada por el gobierno de facto de Martínez, que bajo el argumento de presencia Comunista en el país, en 1932 ordenó la masacre de poblaciones enteras del occidente y centro del territorio. Curiosamente las zonas donde se llevó a cabo la masacre, son tierras expropiadas a las comunidades indígenas, para cultivo de café, un rubro de gran importancia para la economía nacional.

Para el tata José Raúl Cortez Vázquez, Gobernador Ancestral Pluricultural de San Salvador y Coordinador del Área de los Pueblos Originarios RED ONG´s América Latina y el Caribe, la masacre de 1932, es un caso “que sigue en la impunidad”, y uno de los principales problemas que imposibilita la justicia, “es la división que se ha fomentado entre nosotros los pueblos, entre nosotros los herederos de esa masacre”.

“Al pueblo indígena, lastimosamente nos tienen divididos. Eso se da, y está vigente hoy en día, es algo a lo que nos tenemos que enfrentar diariamente, el objetivo es que no tengamos una sola voz como pueblo”, considera Cortez Vázquez.

Y reiteró que “a pesar de que somos un solo pueblo, tenemos una gran división que nos está afectando en un tema que atañe a todos. Debemos ser más unidos, y así garantizar la lucha por una vida mejor”.

Una de las ceremonias ancestrales en El Llanito.

Los problemas sociales que sufre el país, las poblaciones indígenas también las padecen, que siguen sumergidas en la pobreza, en la marginación, en la exclusión, falta de oportunidades y derechos como el acceso a la salud, a la educación, entre otros, precisó el Tata José Raúl.

“Todo esto da pauta de que estamos en un estado igual o peor del que se tenía en 1932, cuando Martínez tomó el poder”, valoró. Vázquez dice que están trabajando como organizaciones que velan por los derechos de las poblaciones originarias, el problema hoy en día, añade, es que “hay muchas organizaciones que velan por sus propios intereses, muchos se dicen ahora guías espirituales o tatas, pero los problemas siguen presentes en las comunidades, y ellos desconocen la realidad, nuestra cosmovisión, todo eso nos afecta”.

“Hay mucha historia que no ha sido revelada. En El Salvador no hay un plan nacional que responda a las poblaciones originarias, por eso también decimos no al folklorismo, además el tema de la tierra no se resuelve, esa es una herencia del despojo de 1932. Es un genocidio, que sigue en la impunidad”, precisó.

Pal Chicuase Nantzin, de la Asociación de Consejos de Pueblos Originarios de Cuzcatán (ACOPOC), en el escrito “Hablemos de lo que no se habla”, publicado en 2023 en Prensa Indígena Cuzcatán, reclama que “nuestras abuelas y abuelos de piel curtida por el sol y el viento y pegada a los huesos descalzos y harapientos, sin tener trabajo ni profesión, analfabetos, vistos por la sociedad como leprosos, porque fuimos clasificados por los demonios españoles invasores, como bestias sin alma; nos quitaron nuestra tierra, nuestra cultura y nuestras diosas y dioses”.

“De ese genocidio, de esos crímenes, de ese casi exterminio de nuestros pueblos originarios…la sangre de nuestras hermanas y hermanos pide justicia”, reitera Pal Chicuase.

El libro: “En busca de la verdadera historia de El Salvador”, de Salvador Nuñez, se aborda ampliamente esta temática de 1932, así como hechos propios de las luchas ancestrales, entre ellas, las lideradas por Anastasio Mártir Aquino, en 1833, conocida como la rebelión de los nonualcos, hechos que han marcado la historia y resistencia de los pueblos originarios.

Respecto a 1932, el libro recopila información de levantamientos y la represión que sufrieron no solo en Izalco, los pobladores, sino en Ahuachapán, La Libertad, entre otros. “La violencia de 1932 en todas sus formas, reales y simbólicas, fue tal que durante todo el período de la dictadura del General Hernández Martínez se impuso el «silencio sobre lo ocurrido” por decreto oficial, conveniencia política o temor y vergüenza social”.

Como elemento novedoso, el autor de este libro destaca que el gobierno de facto intentó silenciar la temática, y logró su aceptación ante naciones como Estados Unidos, pero hubo voces que rompieron ese silencio, como fue el caso del escritor costarricense Octavio Jiménez, quien en febrero de 1932, a pocos días de la masacre, denunciaba que la justificación utilizada por Martínez para impulsar la represión era un argumento falso.

“Lo de comunistas es la invención del Gobierno para justificar fuera de El Salvador la matanza. Leamos los relatos de los sucesos”, escribía por aquellos, días Jiménez, en franco desafío a lo que intentaba ocultar el gobierno salvadoreño.

Una herencia de dolor, pero también compromiso

Juliana Ama mantiene viva la herencia ancestral del Tata Feliciano.

José Feliciano Ama, fue el líder indígena que en 1932 lideró junto a otros líderes  de la zona occidental del país, la gran rebelión indígena, que las fuerzas del Estado salvadoreño, por orden del General, reprimieron violentamente, y arrasaron con la vida de miles de campesinos indígenas cuyo único delito fue, “reclamar sus derechos”, comenta Juliana Ama, lideresa indígena de Izalco, Sonsonate, y descendiente del Tata Ama.

“El Tata José Feliciano Ama, era tío de mi papá, mi tío abuelo” comenta la niña Juliana, una de las mujeres que desde hace más de 20 años se ha encargado de rescatar la memoria, reivindicar la lucha de las poblaciones indígenas, y sobre todo que las nuevas generaciones no olviden este crimen de lesa humanidad, que sufrió la población originaria de El Salvador.

Desde la Fundación Feliciano Ama (FAMA), esta mujer junto a otros líderes indígenas de las poblaciones de occidente, cada 22 de enero conmemoran la masacre, este año, junto al Consejo Coordinador Nacional Indígena Salvadoreño (CCNIS) realizarán la tradicional ceremonia de conmemoración en El Llanito, Izalco, el próximo sábado 27 de enero.

“Anteriormente lo hacía el 22, pero gracias al trabajo y la consciencia que hoy se tiene del tema, muchos desarrollan ceremonias y encuentros en estas fechas, entonces yo he decidido tomar el último fin de semana”, comenta.

“Vivimos cambios en Izalco”, comenta, pero coincide con otros que el tema de marginación y exclusión sigue latente, sobre todo la falta de políticas encaminadas a atender las políticas sociales o bienestar para las poblaciones.

“Hace más de 20 años no se podía hablar del 32´en Izalco, incluso en Los Ángeles ahora se conmemorará, eso es importante porque el tema ahora se da a conocer en grande, dar a conocer lo que sufrimos”, añade.

Lamenta que la ignorancia se suma a la falta de atención y políticas para las poblaciones indígenas, y que ello, conlleva un total desconocimiento de la temática.

“Por ignorancia algunos insultan al Tata, creen que por él se dio la masacre, dicen que por él hubo Comunismo, pero nuestros abuelos no fueron comunistas, eran comunales porque trabajaban entre ellos. Eso no lo entendieron”, considera.

La niña Juliana trabaja en el rescate de la lengua ancestral también, es fundadora del proyecto de las Cunas Nahuat, que se impulsa en municipios como Santo Domingo de Guzmán, siempre en Sonsonate.

“El tiro de gracia para la lengua en 1932, fue la masacre” recordó, y remarcó que en su caso, su mamá, les decía: “nosotros no les podemos enseñar, no queremos que sufran la persecución como nosotros”.

Recuerda que los abuelos, junto al tata Feliciano se hicieron sentir con su voz, un reclamo era el despojo de la tierra, “muchos negamos nuestra identidad, por ello es necesario el rescate de la memoria colectiva”.

Este fin de semana, distintas organizaciones que trabajan en la defensa de los derechos de poblaciones indígenas, como el Consejo Ancestral de los Comunes de los Territorios Indígenas (CACTI), celebraron la tradicional ceremonia conmemorativa, así como un foro en el cual participaron académicos y representantes de pueblos originarios reflexionando en torno al 92 aniversario de la masacre. La alcaldía del Común de Izalco, también realizó este domingo 21 su peregrinación y la ceremonia ancestral para este lunes 22.

Otras ceremonias han tenido lugar, en San Salvador, organizado por las comunidades de la zona sur, en el altar del Tunal Yukan (Cerro San Jacinto), donde han participado representantes de ACOPOC, así como autoridades mayas de Guatemala, que llegaron este fin de semana para ser parte de las conmemoraciones. Así como en el observatorio de los pueblos indígenas de la costa del Bálsamo.

Exposición de pinturas del artista Carlos Quijada, sobre La Matanza.

Danzan los moros y cristianos para San Sebastián Mártir

20 Ene

Por: Iván Escobar

Las dos primeras semanas del inicio de año, las familias católicas de Ciudad Delgado celebran a su patrono: San Sebastián Mártir, cuya conmemoración central es el 20 de enero, y cierra con la tradicional carroza y la historia a cargo de los moros y cristianos, que ofrecen su danza el patrono.

Por espacio de cuatro meses, los jóvenes que forman parte de la Mayordomía e Historiantes de San Sebastián Mártir, de esta localidad, acompañan las entradas (procesiones o carrozas) que ofrecen día a día, las familias en ofrenda a su patrono, explicó José Antonio Carpio González, mayordomo del Barrio San Sebastián.

La familia de Carpio por generaciones ha impulsado esta tradición, y él en los últimos tres años, ha logrado dinamizar el grupo de historiantes, que ahora está compuesto por una nueva generación de niños y jóvenes que mantienen viva una tradición que data de mucho tiempo atrás.

“Nosotros todavía tenemos la danza de moros y cristianos, o historiantes como se les conoce en San Sebastián, está es una tradición que data de mucho tiempo, antes solo personas adultas integraban el grupo, en los últimos años que he estado a cargo hemos tratado de involucrar a más jóvenes”, dice con mucho entusiasmo el joven, este sábado 20 de enero, en la víspera del último ensayo que se hará en el templo, para luego participar en la celebración central del gran día, en horas de la noche.

“La historia dura cuatro horas” comentan dos de los integrantes del colectivo, al consultarles de cuánto es el ensayo, que en esta ocasión, duró un poco más de una hora. Pero en horas de la tarde, la feligresía reza el tradicional rosario, luego a las cinco de la tarde es la misa dedicada al patrono y por la noche, la carroza o procesión, donde los moros y cristianos hacen presencia y acompañamiento.

Carpio destaca dos elementos que como grupo han logrado dinamizar en estos años: uno es la presencia de jóvenes y niños, el más pequeño que forma parte del grupo tiene 7 años, y el mayor 23; además añadió “somos el segundo grupo de moros y cristianos que aceptan mujeres, porque antes solo se permitían hombres, nosotros tenemos espacio para las jóvenes” señala.

Y un ejemplo de ello, es Sandra Carpio, que a sus 17 años, ya forma parte del grupo, lo cual dice es importante, porque se le permite a jóvenes y señoritas integrar esta instancia histórica en la comunidad, y contribuir así a la preservación de la tradición.

“Yo desde los 7 años he salido de princesa, estos últimos años ya de moro, junto con otra compañera, Marbella González salimos de Cristianos; y con Joselin Cisneros, de Moros hemos salido, lo hago con devoción y servicio a nuestro patrono”, resaltó. Mientras añade que lo importante de esto, es el apoyo y acompañamiento de la comunidad, “todo eso ayuda a que la tradición no se pierda”.

Los moros y cristianos, es una danza tradicional propia de la herencia que llegó desde el viejo continente, a través de los españoles. Algunos consideran que son representaciones propias de reinos lejanos, junto a la iglesia que buscaba imponer su doctrina en las nuevas poblaciones de América. En El Salvador se mantienen varias expresiones, siendo algunos poblaciones como: San Antonio Abad, Panchimalco, la zona de los Nonualcos, y Ciudad Delgado que mantienen viva estas expresiones, que son conocidas como danzas.

En Ciudad Delgado, la mayordomía se encarga de preservar y contribuir a través de la danza, el llevar el mensaje religioso, manteniendo la esencia de lo local. Entre los barrios de Aculhuaca, Paleca y San Sebastián que integran este municipio de la zona central, sus pobladores cada enero desarrollan esta tradición propia y la cual esperan no se pierda.

Para Cristián Wilfredo Alfaro Beltrán, de 23 años y miembro del grupo desde que tenía los 12 años, asegura que es importante mantener vivo este legado. “En mi familia es una tradición…es importante que los jóvenes nos involucremos para rescatar lo que es nuestro”, aseveró.

El libro: “La fiesta de moros y cristianos o los Historiantes del El Salvador”, del investigador salvadoreño Julio Martínez, destaca que “…los historiantes se han mantenido en poblados en donde existe una celebración o fiesta patronal, siguiendo el esquema español”.

Y sostiene que “los pobladores celebrantes se concentran ahora de forma no exclusiva en los departamentos de Sonsonate, La Libertad, Ahuachapán, San Salvador y La Paz, siguiendo una lógica de agrupación en torno a estos municipios del occidente y del centro del país”.

Esta investigación, actualizada hasta 2018, hace un registro de las agrupaciones de moros y cristianos vigentes. También señala cómo el pasado conflicto armado hizo que muchos grupos se perdieran, además el factor de que las personas adultas ya no pudieron continuar la tradición, se ha perdido en otros espacios.

De ahí, que Carpio reitera junto a su colectivo, la importancia de promover la participación de nuevos actores, jóvenes que están en la disposición de aprender y conocer sobre la tradición, y de asumir el compromiso de danzar para su comunidad y ofrendar a su patrono.

Las fiestas de San Sebastián Mártir finalizan este sábado 20 de enero. Los rezos, las carrozas o entradas, el reparto de bebidas tradicionales y el compartir en comunidad ha estado presente, y los historiantes han sumado a estas fiestas, con su colorido, los símbolos de los moros y los cristianos, que si bien representan una batalla, pero en el siglo XXI quieren ser parte del encuentro, del intercambiar y sobre todo llevar la palabra de Dios a todos.

El ensayo

El reloj marca las 10 de la mañana. A un costado de la parroquia de San Sebastián, un patio aledaño, un grupo de personas se concentran, colocan sillas, al centro está la imagen del patrono: San Sebastián Mártir. Los presentes, familiares y otros se colocan viendo a la imagen, y el patio que se antepone.

En un portal, bolsos y maletines, trajes coloridos, indumentarias propias de los danzantes, y las típicas máscaras, son visibles. Mientras cada uno de los 12 integrantes del grupo de Historiantes de esta localidad, se colocan sus indumentarias.

En sus rostros, con pañoletas y otros refajos se cubremn el rostro, antes, se ponen las capas de colores vivos, con diseños religiosos, de último las pesadas máscaras, que representan a los 12 danzantes: seis cristianos y seis moros. Una tradicional danza, que representa a las batallas entre el reino lejano contra los musulmanes, y que en nuestro país se adaptó como danza-teatro, por las mayordomías o cofradías locales.

Los jóvenes ya con las indumentarias, salen al patio central. Frente a la imagen del Santo, que les observa junto a la presencia de los asistentes. Por más de una hora, han danzando bajo el intenso sol de la mañana, es la última preparación, antes de su asistencia en la noche a la jornada central de las fiestas.

Este 20 se celebran las fiestas patronales, y los historiantes acompañan las festividades, al igual que han venido haciéndolo en las últimas dos semanas. Todos están cansados, pero dicen que también están satisfechos de poder ser parte de la tradición.

Acuerdos de paz en El Salvador, 32 años después

16 Ene

Un acuerdo de paz despreciado, mancillado y atropellado

Por: Iván Escobar

Cuando se firmó el Acuerdo de Paz, en 1992, aquella mañana del 16 de enero, la atención de mi pueblo, de mi tierra, de mi gente estaba centrada en las transmisiones de radio y televisión que se tenían acceso en la ciudad, mientras miles de personas desde horas de la noche y madrugada previa, habían comenzado  a llegar al centro histórico de la ciudad para concentrarse en una actividad pública, la primera expresión de libertad que vivían los salvadoreños sin temor a ser perseguidos, capturados, torturados y desaparecidos.

Sí, yo apenas tenía 18 años, estaba gozando de mí libertad, comenzado a creer, con anhelos y esperanzas – claro eso no lo he perdido –, y como una nueva generación, no muy común a las actuales, pues veníamos de tiempos oscuros, donde habíamos crecido escuchando las balas zumbar por la cabeza o los pies, los famosos apagones por las explosiones urbanas, las balaceras, o los aviones que en la ofensiva más grande que la guerrilla impulsó, y la cual dejó en claro el rostro salvaje y perverso de la guerra.

32 años han pasado, pero muchos ahora pueden creer que los que tenemos memoria, fantaseamos y hasta nos jactamos de presentar escenas de película, pueden pensar. Pero no, y la intención de este escrito no es presionar ni obligar a nadie a creer, por el contrario cada quien tiene sus criterios, intereses y formas de vivir. Para mí, en aquellos días que nuestro país pasaba de un período violento, a un ambiente de “paz”, era extraño y generaba cierta incertidumbre a nosotros como jóvenes.

De hecho, confesarles que a mí me tomó cerca de 20 año, el interpretar bien este nuevo escenario, y lo digo con propiedad, luego que escribí el poema: “Un pensamiento tolerante”, inspirado en esta fecha y que es un escrito que refleja lo que yo creo que eran los nuevos tiempos.

Por ello, no considero imponer u obligar a las nuevas generaciones a creer. No se puede, porque ello, sería actuar de forma prepotente y hasta dictatorial, en un país donde la palabra: Dictadura, ha estado presente desde 1932, cuando sufrió este pueblo la herida más grave, el corte de la cultura ancestral, con la masacre indígena conducida por el General Maximiliano Hernández Martínez, y que hoy en día, todavía se siguen viviendo sus efectos.

Por tanto, la guerra no se puede decir, hoy simplemente que fue: “una farsa”, “una mentira”, “un invento de unos contra los otros”. No creo, y si no pregúntenle a las madres, abuelas, padres o hijos que perdieron todo por la salvaje guerra, sí todo, pero no solo lo material sino las vidas de sus más amados seres, que apunta de fusil, machete o explosiones de todo tipo dejaron la estela de más de 70 mil muertes en un una nación indefensa, más de 24 mil desaparecidos que a la fecha siguen estos casos en la impunidad. Y hablo, de uno y otro bando, y la sociedad civil, que al final quedó en medio de un conflicto, de una espiral violenta y agresiva.

Es por esta razón, que a mí sí me alegra el 16 de enero. No por el acuerdo de políticos, que para unos son malos, para otros son buenos, o bla, bla, bla, sobre todo en tiempos constantes de ambiente electoral de esta nación centroamericana. Sino porque creo en la paz, y en lo que se puede construir y hacer en tiempos de desarrollo de una democracia participativa.

Hay que recordar que antes de 1992, el escribir un texto como este que hoy les expongo, era razón suficiente para investigar, averiguar y hasta perseguirme por pensar, no se diga organizar una reunión y trabajar en colectivo. Parece extraño, yo en aquellos días de enero de 1992, en mi inquietud de juventud, sí veía noticias, claro lo poco, no como hoy por todos lados y sabores que se tienen, pero intentaba procesar eso malo que como pueblo habíamos dejado atrás.

Pensaba que la tristeza de la guerra sería superada, y que los miedos quedaban atrás, eso como joven lo veía yo. No era tan literal pues, la vida es otra cosa más constante y dinámica, que no puede preverse y pasar de la guerra a la paz como pasar una hoja de un libro, no fue fácil. De más, está decir la infinidad de problemas que enfrentamos, a partir de una derecha política radical y corrupta que comenzó a desmontar y vender todos los bienes del Estado, que al final quedaron en manos privadas, y para qué recordar las consecuencias de todo ello, así como la vorágine de violencia que experimentó el país, y que en los últimos años, se dice desde las autoridades gubernamentales y algunos lugares donde la violencia cruel de postguerra impactó, ha mermado y desaparecido de la fas de nuestra sociedad. Claro, también vivimos bajo un «Régimen de Excepción».

Pero me pregunto, y con base a lo que escribí allá por 2011, en aquel poema que les mencionaba. ¡Somos realmente tolerantes! Yo pensaría que NO. Y lo digo tajantemente, porque basta hacer un comentario en las calles, o peor aún en redes sociales, y podemos ver el crisma de violencia que se retrata, y no acusen a las nuevas generaciones, que ahí es pareja la participación llena de odio, insultos, ofensas, violencia verbal, violencia escrita, etc., etc., que se tiene ante una opinión o valoración a nuestra historia.

Acuérdense lo que decía el escritor, que todo pueblo que no conoce su historia, está condenado a cometer los mismos errores. Hoy, celebremos la paz, no por los políticos, no por los colores, no por las ofensas o por las balas que mataron y siguen matando personas en esta tierra de Cuscatán, sino porque somos humanos, y somos agradecidos con la vida, sí con esa vida que nos da momentos oscuros, pero que también la luz y enseñanza de las abuelas y abuelos para florecer y crecer. Hoy celebramos la paz en El Salvador!!!!

Caminantes Guadalupanos rinden tributo al Señor de Esquipulas

12 Ene

Por: Iván Escobar

Fotografías cortesía Caminantes Guadalupanos

Los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños afinaban la tarde de este viernes 12 de enero, los últimos detalles y preparativos para celebrar la tradicional procesión de la Virgen morena, como parte de su tributo al Señor de Esquipulas, Cristo Negro, en tierras guatemaltecas. Esta tradición tiene más de 50 años que los peregrinos salvadoreños han mantenido con hermanos guatemaltecos.

La peregrinación de los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños llegó a tierras esquipultecas, el pasado martes 9 de enero del presente año, una tradición que iniciaron en  enero de 1970, y la cual mantienen viva a la fecha. Los caminantes salen con la imagen de la Virgen de Guadalupe, cada año desde el municipio de Metapán, en Santa Ana hasta Esquipulas, Guatemala, para agradecer por los milagros y favores recibidos por el milagroso Cristo Negro.

El día 12 lo dedican a la veneración del Señor de Esquipulas, a través de la procesión de la Virgen de Guadalupe, la cual parte de la Parroquia Santiago Esquipulas hasta la Basílica del Cristo Negro. A las 7 de la noche será la misa, posteriormente sale la procesión a las 8 hasta la Basílica.

Luego los peregrinos con la virgen retornan a El Cobertizo, una pequeña ermita ubicada en la calle 12, de la localidad. Este espacio ha sido construido con mano de obra salvadoreña, y apoyo de hermanos guatemaltecos que contribuyen al mantenimiento y sostenimiento de esta tradición, que este año han cumplido 54 años de peregrinar desde tierras salvadoreñas con fe y esperanza puesta en el Señor de Esquipulas.

Una familia de gran valor

Cada año, la peregrinación se torna de alegres momentos y acompañamientos importantes que a cada uno de los participantes alientan a seguir firmes en este compromiso, que hoy ya es una tradición. “Cada año nos esperan y aquí estamos, hoy venimos a las 3 de la mañana”, compartió Guadalupe Solano, hija del recordado Luis Guillermo Solano “Piocha”, uno de los fundadores de la tradición. Ella junto a otros compatriotas salvadoreños participan en esta oportunidad, como parte de los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños.

Otra de las partes fundamentales en el quehacer y organización de los Caminantes, es Sofía Lizet Rodríguez Padilla. Ambas mujeres junto a otros compañeros cada año, hacen enormes esfuerzos por continuar y mantener viva esta tradición, ya que sienten el compromiso de mantenerla a pesar de los obstáculos que lleguen.

En esta ocasión, “un nuevo caminante y peregrino nos ha acompaña”, han destacado ambas, refiriéndose al pequeño Joseph Karim, de apenas dos meses y días de nacido, pero que junto a sus padres Juan José Tzoc y Lilian Agreda, son piezas claves en la organización de cada jornada.

“Es una de las parejas que más nos cooperan, Son Caminantes Guadalupanos, pero que también son los que más cooperan con la obra”, resaltó Rodríguez.

La tarde de este viernes trabajaban en el anda y colocación de flores para la Virgen, que será parte de la procesión que recorrerá las calles de Esquipulas, y con la cual los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños cierran su participación en este año, comenzando desde ya a pensar en los preparativos para 2025.

Un año más peregrinos salvadoreños llegan con fe, al Santuario del Sr. de Esquipulas

9 Ene

Caminantes Guadalupanos cumplen 54 años de la tradicional peregrinación a Esquipulas

(Imagen tomada de transmisión en vivo de Nuestra Esquipulas»)

Por: Iván Escobar

En horas de la madrugada, de este martes 9 de enero de 2024, partió la peregrinación de los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños, desde el municipio de Metapán, departamento de Santa Ana con destino al poblado de Esquipulas, en el departamento de Escuintla, Guatemala. Una tradición que se mantiene desde hace 54 años.

Reunidos en el polideportivo de Metapán desde anoche, los peregrinos ya preparaban su marcha con la cual “damos inicio a la 54 peregrinación de nuestra madrecita Virgen de Guadalupe”, expresaba en redes sociales, Sofía Lizet Rodríguez Padilla, integrante del colectivo peregrino que una vez más dicen presente, llevando el corazón de los salvadoreños a tierras chapinas en el marco de las festividades en honor al Cristo Negro, el Señor de Esquipulas.

Cabe destacar, que el próximo 15 de enero se conmemora el Día del Señor de Esquipulas, celebración que tiene lugar en la Basílica de esta localidad, y la cual es visitada por miles de feligreses católicos tanto guatemaltecos, como de toda la región centroamericana, incluso de naciones lejanas, donde llegan diversas caravanas a venerar y en agradecimiento por los milagros y favores recibidos del Cristo Negro.

Los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños se integraron en los años 70, iniciando una peregrinación por parte de un pequeño número de salvadoreños devotos de la Virgen de Guadalupe, y desde aquel tiempo se comprometieron a llevar la imagen de la virgen morena, ante la imagen del Cristo Negro. Esta tradición en la fe, hermana a ambas naciones y pueblos vecinos, ya se cumplen 54 años de esa trayectoria, que sigue vigente.

“Muy conscientes que cada uno lleva una plegaria, un agradecimiento, damos gracias a Dios y a nuestra madre santísima porque sabemos que por fe son escuchadas”, reiteró Sofía Rodríguez. Al tiempo que destacó la participación tanto de peregrinos salvadoreños, como el recibimiento de los guatemaltecos que se unen al recorrido hasta llegar juntos hasta la Basílica de Esquipulas.

Cortesía Caminantes

Los peregrinos caminan de un poblado a otro, cruzando la frontera, con la imagen de la guadalupana, dan gracias a Dios y a la virgen por un año más, y llegan para celebrar las festividades en honor al Cristo Negro, a quien se le atribuyen muchos milagros. La peregrinación hace una breve estación en la frontera, luego durante el recorrido un descanso más, y un último en el punto conocido en Guatemala como “el mirador”, desde donde caminan sin detenerse hasta la Basílica del Señor de Esquipulas, participando en la misa vespertina de las 5 de la tarde, y siendo recibidos con alegría como todos los peregrinos.

A este lugar llegan muchas peregrinaciones, de comunidades originarias de Guatemala, así como de otras partes de la región. Los Caminantes Guadalupanos, luego se condujeron hasta el santuario “El Cobertizo”, el cual fue construido por manos salvadoreñas, y se ubica a unos pasos de la Basílica, donde descansa la imagen, para luego retornar al país, luego de cumplir la visita.

Sincretismo religioso: relación con África

4 Ene

El caso de Bel-Sar-Utsor

Por: Luis Rafael Moreira Flores*

06 de enero de 2024

“Te traigo mirra, porque reconozco en ti al hijo del hombre que ha de sufrir y derramar su sangre por salvar a la humanidad doliente”

Cada 06 de enero la comunidad católica celebra la tradición de la llegada de los Tres Reyes Magos al pesebre de Jesús, incluso desde diciembre se pueden observar en los nacimientos diferentes figuras alusivas a estos tres representantes de las naciones que existían en la antigüedad religiosa. Cabe mencionar que en el mundo anglosajón estos se conocen como “los tres hombres sabios”, Melchor, Gaspar y Baltasar, que representan las naciones de Europa, Arabia y África.

Sin duda alguna, esta representación del mundo antiguo, nos brinda una visión de las naciones, llena de sincretismo religioso, del reconocimiento del Mesías ante las naciones del mundo. Es fácil pensar en la transformación del cristianismo y sus derivaciones en Europa y Arabia ya que la religiosidad no se aleja del antiguo testamento y el Corán, es decir el sincretismo tiene un principio casi en los mismos términos de la fe.

Ahora bien, las culturas africanas únicamente se representan con los territorios de Egipto y Babilonia, sin contemplar las diferentes creencias de las tribus más escondidas del gran continente negro. Por esto el sincretismo religioso con África, es muy complejo, y requiere de su estudio ante la afrodescendencia en América Latina.

El sincretismo religioso es el proceso de mezcla de diferentes elementos sociales y culturales, principalmente en contextos históricos, en nuestro caso “la conquista” de Europa al Abya Yala (América) y la absorción de múltiples culturas anglosajonas, africanas y asiáticas, a la multi-pluri-culturalidad de los pueblos del Abya Yala. La identidad latinoamericana, se funda con el sincretismo de las culturas: americanas (nativas), europeas (dominantes) y africanas (esclavizadas), entre la conquista y la colonización de América en el siglo XV. Sin embargo, la evangelización de América (siglo XVI), implantó la cruz del cristianismo por medio de la espada, pero al mismo tiempo permitió la reinterpretación del catolicismo.

El proceso más complejo de este sincretismo católico americano lo experimentamos en los lugares con un fuerte arraigo afrodescendiente, en donde la cultura de la santería y las tradiciones católicas se unen para identificar y renombrar a las deidades africanas.

Para el caso de Bel-Sar-Utsor (Baltazar) en estas festividades es el Rey Mago o Hombre Sabio que llega a adorar y reconocer a Jesús como Mesías y lleva en alzas la representación de todo el continente africano ante el catolicismo, es decir es el primer africano en identificar la fe en el cristianismo y es quien en su sabiduría reconoce el sufrimiento y muerte de Jesús el Cristo.

¿Cómo se mezcla el sincretismo religioso en la creencia de este santo negro en la iglesia católica? Bel-Sar-Utsor, equivalente de «Dios protege al Rey» (Babilonia); Es mencionado en los libros del profeta Daniel como rey Baltasar y representa la juventud del hombre: “…En vida de tu padre demostró tener una clarividencia, una inteligencia y una sabiduría propias de los dioses. El rey Nabucodonosor, tu padre, lo nombró jefe de los magos, adivinos, hechiceros y astrólogos. Se llama Daniel, aunque el rey le puso por nombre Baltasar…”; Bíblicamente la llegada de los Reyes Magos se encuentra en el evangelio de Mateo, sin mencionar número, lugares, ni rasgos físicos: “…Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a Jerusalén unos magos diciendo: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? …”; en la alta Edad Media, la representación gráfica del rey mago Baltasar como una persona de piel negra esto bajo el mandato del Papa León I (siglo V).

En esta visión por acercar a las naciones del mundo al catolicismo, se brindan diferentes referencias sincréticas a la llegada de un rey mago negro: en muchas representaciones va montado en un elefante, este animal simboliza la grandeza y abundancia del continente africano; es el portador de la mirra, como símbolo de la vida y muerte del hombre, en África es utilizado para los actos fúnebres y actividades religiosas vinculadas con las estaciones de la vida, el color rojizo y la forma de gota, representa la sangre de los sacro-oficios; el color oscuro de la piel, reflejo de la fuerza y el trabajo de su pueblo.

Cabe mencionar que no hay cultos a los reyes magos, más bien hay actos con los que se cierra el tiempo de navidad y el inicio de la epifanía para los católicos, son múltiples las tradiciones que cada cultura pone a estas fechas, desde la entrega de regalos a niños y niñas, como también el compartir la denominada “rosca de reyes”.

A pesar de la representación étnica de los tres reyes magos, no hay actos tradicionales separados, en donde se identifique su origen o definición étnica. En el mundo de la santería afrodescendiente no se reconoce a un Baltazar como una deidad. Por el contrario, el sincretismo Yoruba hace el vínculo de los dioses orishas con santos y santas de la iglesia católica de tez blanca, ya que eran los más representativos en la Cuba y Brasil Católica de 1820 a 1840, por ejemplo, la Virgen Santísima en sus diferentes advocaciones, se representa con diferentes orishas; así mismo, Santa Bárbara en vinculada con el dios orisha Shangó por sus vestuarios dorados y por portar una espada.

El sincretismo religioso en nuestra sociedad salvadoreña se puede identificar fácilmente en los cultos a santos negros tradicionales, principalmente en lugares en donde la presencia africana tuvo un papel fundamental para la cultura y sociedad de esas poblaciones, como: San Benito de Palermo, El Cristo Negro, La Virgen de Monserrat, San Martín de Porras, entre otros que podemos encontrar ocultos en las iglesias católicas, pero que se mantienen vivos por la visión ancestral, la cosmovisión y las tradiciones de las poblaciones originarias.

*Federación de Pueblos Originarios del Sur