Archivo | julio, 2022

Entre el teatro y el arbitraje Ruth se forja su futuro

31 Jul

Historias Urbanas

Por: Iván Escobar

El arbitraje y el teatro son dos áreas profesionales totalmente distantes. Datos históricos advierten sobre esta distancia hasta en el origen de ambos rubros: el teatro se dice que surgió entre el siglo V y VI (a.C.) en la antigua Grecia, y en el caso del arbitraje, en 1871, es cuando se tiene la primera referencia del referee o árbitro en un juego.

Ruth Noemi López, está consciente de ello, pero su pasión por estas dos áreas es mayor, y se ha trazado como meta cumplir sus sueños, de consolidarse como la primera mujer árbitro a corto plazo en El Salvador y a la vez ser actriz del teatro salvadoreño.

A sus 22 años, la joven Naomi, como también es conocida en el centro histórico de San Salvador, en particular en la plaza Francisco Morazán, por su amabilidad y atención a la clientela que llega a este espacio céntrico cada día para disfrutar por las tardes de un café con pan dulce; lucha por sus sueños y se forja metas diariamente para superarse.

La pandemia es una situación negativa que ha tenido que enfrentar con su familia, y pues remarca que no ha sido fácil, sobre todo en el centro histórico de la ciudad, que para muchos es un atractivo turístico y oportunidad de desarrollo para las autoridades municipales, pero para el comerciante informal, para el negocio ambulante es una pesadilla lidiar día a día con el acoso de la autoridad municipal y la infinidad de problemas que se viven en la urbe. “Es horrible”, responde sin vacilar, Ruth al preguntarle cómo es vivir en el centro y a su corta edad enfrentar tantos problemas.

Entre la 1 de la tarde y 7 de la noche, la joven Ruth junto a su madre Kenny Maday Guzmán, su padre Jorge Alberto López León, y su hermana Patricia Nohemy, ofrecen la venta de pan con café; junto a ellos, hay otro grupo de comerciantes que trabajan incansablemente, recorren cada metro de la plaza las jóvenes. Bajo el intenso sol, la lluvia, y el frío de la noche, estas jóvenes al igual que Ruth van y vienen con una bandeja de pan dulce, de todo tipo, y un pequeño azafate con la orden de café de cada cliente.

Son días de intenso trabajo, advierte la joven, que dice que terminan la jornada agotados, pero el siguiente día hay que volver y atender a los clientes, pues es su única fuente de ingreso y la oportunidad como familia de trabajar y enfrentar la vida.

¿Arbitraje y Teatro?

El día que hablamos con Ruth, fue por la mañana, a eso de las 10. Estaba saliendo de una reunión en el Teatro Nacional, dice que ha retomado sus encuentros con las personas encargadas pues quiere prepararse en esta área, así aprovecha el tiempo libre, antes de la jornada extenuante de la venta de café.

De entrada, nos comenta que la pandemia frenó su formación y desarrollo en el arbitraje y el teatro. En el caso del arbitraje dice que logró concluir en 2019 un curso, que les llegaron a ofrecer al Instituto Nacional “Alberto Masferrer”, donde estudiaba. “Me gradué en el curso arbitral” dice con satisfacción, pues de toda el aula, solo ella y tres jóvenes más, se graduaron y aceptaron el desafío. “Era la única mujer yo, estudié un año en el Centro de Capacitación de Árbitros de Futbol”. Y también recibían entrenamiento en la Federación de Fútbol, todo iba bien, y recuerda que a la fecha ya ha estado como árbitro central, en alrededor de 20 juegos, claro son de carácter infantil y juvenil algunos, no pierde la esperanza pronto de pitar en un juego de liga mayor, incluso fuera de las fronteras cuscatlecas.

En esta rama ligada al deporte, que es característica para hombres y en el país, asegura que no son muchas las mujeres que se interesan en el arbitraje, deja de lado estos temas, y dice concentrarse en lo que le gusta hacer, prepararse y llegar a ser la mejor. No duda en asegurarlo.

“En el año de pandemia sí fue difícil, porque nadie estuvo activo”, recuerda con lamentación, pues sabe que es un tiempo que se perdió en preparación, hoy asegura que está realizando los trámites para volver, “ahorita quiero volver a hacer la petición de reingreso, se pone una solicitud, tanto al Colegio y a la Federación”, remarca con emoción, y también recuerda que la coyuntura actual que atraviesa el fútbol nacional, pues no deja de ponerla nerviosa, ya que no quiere perder la oportunidad de formación que ha tenido. “Quiero seguir preparándome, y crecer profesionalmente”, insiste.

En el arbitraje nacional enfatiza que un referente importante para ella, es Joel Aguilar Chicas, el árbitro nacional y el profesor Héctor Recinos, “han sido quienes me han dirigido”, comenta.

Ya en el teatro, dice que la primera ocasión, fue en el mismo período que decidió meterse a la preparación como árbitro. En esa oportunidad, recuerda que fue invitada por un director de teatro que le pareció para que ella realizará una actuación, afirma que fue algo pequeño pero el interés de algo más ha estado presente en ella, y ahora dice que ha retomado su encuentro con otras personas que están orientándole y enseñándole al respecto. “En la primera ocasión me llamó la atención, pero no hubo tanto…ahorita sí me he incluido con personas más profesionales”, señala.

El tema del teatro, lo alimenta con uno de sus pasatiempos, como es la lectura, es amante de la filosofía y las obras de teatro, así que por ahí se prepara empíricamente, y quiere aprovechar todo espacio y tiempo con sus mentores para un día estar en la gran Sala del Teatro Nacional u otros escenarios tanto locales como extranjeros, representando el talento nacional.

Uno de sus amigos y que alienta a seguir adelante, es el gestor cultural y poeta Wally Romero, un joven también comerciante de libros que comparte literatura y plática con Ruth, así como el café y pan que no puede faltar en cada tarde. 

Apoyo de la familia es fundamental

Ruth cuenta con el apoyo de su familia. Sabe que está con ellos, y así como ella es un elemento importante en la venta de pan dulce y café, en el emprendimiento que tienen, ellos le acompañan su esfuerzo y la alientan a prepararse y seguir luchando por sus sueños.

Y remarca que “se trata de querer superarse también”, pues es consciente que uno puede tener todos los apoyos o la preparación, pero si no existe el interés personal o la fijación de metas, no se da el paso para lograrlo. “Mis padres siempre me han acompañado en lo que he querido, me apoyan bastante. Pero más que todo se trata de que yo lo haga”, considera.

Como joven dice que la situación de país no es fácil, y pues ahora está enfocada en seguir apoyando a su familia en el negocio para subsistir, pero su principal enfoque es volver de lleno al teatro y al arbitraje. “Las dos cosas requieren bastante estudio, el arbitraje desde todas sus reglas, y en el caso del teatro mantener el control de su cuerpo, las expresiones, aprendizaje de diálogos, etc.”, precisa.

No duda en salir del país, en el momento que se presente la oportunidad para representar a El Salvador en alguna de las dos áreas que quiere profesionalizarse, sabe que será duro pero no es una meta lejana, con mucho sacrificio y preparación cree que las oportunidades llegarán.

Una niña que nació en el centro

Ruth compartió que nació en el centro, y remarca que es “horrible” vivir en este centro histórico, no hay muchas opciones. Desde 2016 su familia sobrevive del comercio ambulante, en estos años ella y su hermana, al igual que otros pequeños y adolescentes, y familias han sufrido las inclemencias sociales de sobrevivir en esta ciudad.

“Vivir aquí en el centro es bien peligroso”, advierte y añade también que “si usted no tiene su propio negocio es bien difícil sobrevivir”, pero ello implica luchar por un espacio físico, enfrentar el acoso de la autoridad municipal, y otro sin fin de situaciones, lo que hace complejo el trabajo. Lo otro es la competencia desleal, que les afecta como comerciante, las envidias, comenta, pero son situaciones que van sobrellevando, en medio del crecimiento y “modernización” de la ciudad.

“Pónganse en el algo”

“Que se pongan en algo, y le echen ganas a la vida, que piensen en sí mismos más que todo, son ellos quienes, por decir algo, los que se van a quedar en esta tierra y que se propongan metas y las cumplan, porque no pueden estar así sin nada que hacer”, es el mensaje directo y claro, que hace Ruth a la juventud salvadoreña, a esos jóvenes que se pierden en vicios o vagancia, que pierden el tiempo o no aprovechan las oportunidades.

Y puntualiza que es punto fundamental es perder el miedo “hay que tener autosuficiencia y poder superar las cosas y no quedarse estancados, hay que seguir adelante”, concluyó.

Por ahora, Ruth sigue trabajando duro. Hace unos días la vi bajo una intensa lluvia, protegiéndose con la pequeña bandeja, mientras su madre resguardaba la venta en sombra del edificio del parqueo Morazán, ese día la venta sin duda estuvo mal, pero al otro día, la vi de nuevo lucía siempre radiante y con una sonrisa, llevaba los café y el pan, atendiendo con amabilidad a sus clientes.

Los jóvenes en El Salvador siguen luchando por sus sueños, como Ruth muchos quieren superarse, los atropellos a sus derechos o las amenazas diversas los acechan, pero está claro que la educación, la preparación, la cultura y el arte los puede salvar de las garras del mal.

Augusto Vásquez retrató las huellas del conflicto armado salvadoreño  

17 Jul

Por: Iván Escobar

Augusto Vásquez vivió por más de 30 años en El Salvador, es un fotógrafo  de amplia experiencia, docente universitario y un profesional de origen mexicano. Durante el conflicto armado salvadoreño, Augusto perteneció a una de las líneas del sistema informativo de la guerrilla salvadoreña, estuvo en los frentes de guerra y retrató con su cámara las huellas del último de los conflictos armados más crueles de la región Centroamericana.

Por 10 años estuvo en las entrañas de la guerra, convivió con una lucha popular de la cual se identificó y aprendió mucho, y que hoy en día, considera debe estudiarse a profundidad esta guerra, que dejó más de 70 mil muertes, más de 24 mil desaparecidos, y una lesión histórica en la sociedad salvadoreña que buscaba su libertad a través de la lucha popular contra la dictadura militar y la oligarquía.

Vásquez recientemente presentó su libro titulado: “El Salvador, huellas de la conciencia”, un trabajo que recopila muchas de las imágenes que captó en la guerra, una experiencia dura y de la cual dice que no se arrepiente de haberla vivido, pues le permitió conocer una realidad. Después de 2020, retornó a México para desarrollar otros esfuerzos, sigue siendo uno de los referentes de la fotografía de guerra en El Salvador y continúa formando más profesionales.

PUNTOS DE ENCUENTRO habló con Vásquez, en la Universidad de El Salvador, donde presentó su libro, conversamos sobre sus proyectos, trayectoria, y retos, a continuación dejamos la conversación integra.

Puntos de Encuentro (PdE) – ¿Quién es Augusto Vásquez y cuál es el trabajo con el qué aporta a la memoria histórica de este país?

Augusto Vásquez (AG)

  • Yo soy de origen mexicano. Nací en la Ciudad de México, en 1951, recién acabo de cumplir 70 años. Soy egresado de la Universidad Nacional, por eso para mí es compromiso, el poder presentar mi trabajo a los estudiantes. Estudié en la Universidad Pública, en la UNAM, para mí es un compromiso aportar a la universidad.

Estudié Diseño Industrial, me gradué. Trabajé de profesor en el museo de Guadalajara, ahí conocí a algunos salvadoreños, a partir de eso me enteré y conocí el proceso salvadoreño, y pues la primera vez vine a El Salvador, fue en 1978; después en 1979 donde tomé una fotografía que es muy conocida de Monseñor Romero. Y después ya me integro en 1981, a una estructura de la organización con la que estaba que era el ERP, una estructura en Nicaragua, que se llamaba COMIN, Comando Internacional de Información, y posteriormente ya en 1982, me incorporo a los frentes de guerra.

Convivo toda la guerra, hasta los Acuerdos de Paz, con la guerrilla.

PdE Este trabajo que has desarrollado a lo largo de estos años, la fotografía ¿cómo aporta? Y lo vemos en el libro que estás presentando, pero ¿cuál es el aporte y significado de esa memoria fotográfica que nos dejas?

AV-

  • Yo como mexicano, hemos sido educados en un discurso histórico amplio que viene desde los Códices Aztecas, Tlaxcaltecas, hay registros gráficos; posteriormente mucho pesa en nuestra imaginería toda la fotografía y los eventos de la revolución mexicana, para nosotros las imágenes de Villa, de Zapata, y todos estos, para nosotros héroes y próceres, son fundamentales en términos de la historia, de la imagen y de la memoria. También en México se desarrolló el muralismo, todo un proceso muy amplio de imagen y gráfica; está la gráfica popular, es un movimiento importante, pero yo como fotógrafo, ya desarrollando el aspecto de la fotografía, estudio los fotógrafos internacionales, entre otros conozco a Robert Capa, Yuyino Smith, y a otros fotógrafos de guerra que hacen registro y que es importante, porque estos registros son como lo digo, la imaginería que luego la sociedad y el pueblo tiene de esos hechos históricos.

Pues hay momentos que algunas de estas imágenes pasan a ser fundamentales en la historia de ciertos países, ciertas ciudades, incluso del mundo, recordemos la imagen del Che Guevara, que es una de las imágenes más conocidas.

PdE Monseñor Romero y estas cuatro fotografías son como de las más emblemáticas de tú trabajo, pero cuéntanos un poco de ese proceso de creación de la fotografía en los campos de guerra.

AV

  • Eso fue importante, interesante porque de hecho yo, era un guerrillero más, andaba armado, porque estuvo en las filas de la guerrilla, pero mi tarea era la del registro. Entonces, no era mi tarea principal combatir, sino los registros; y en ese sentido, tuve la facilidad y la suerte de estar en esos momentos y ser, pues no solo testigo. Muchas personas dicen, ser testigo, no, ser parte de esos hechos históricos que tuve la suerte y la posibilidad de registrar adecuadamente a partir de que tenía una formación y una capacidad para haberlo hecho.

PdE Y con respecto, a este tema de preservar esas fotografías en físico, ¿cómo era? Porque no fue una terea fácil guardar esos negativos por tantos años.

AV:

  • Esa es una historia larga y complicada. De hecho cuando yo me incorporo. Me incorporo en Nicaragua como decía al COMIN, a donde hice un proceso de capacitación de personal y la instalación de un laboratorio profesional para que la gente que estuviera ahí pudiera recibir los materiales. Posteriormente ya estando en los frentes de guerra, en aquella época no era digital como ahora, eran rollos tanto de película para fotografía como para video, se enviaban al COMIN y de ahí se procesaban.

Nosotros en los frentes lo que hacíamos era el registro, y es interesante porque yo hacía las tomas, hacia el seguimiento, pero yo no veía (impresas) las fotografías.

Y hay una anécdota interesante, porque cuando termina el conflicto se dan los Acuerdos de Paz, y en la Sala Nacional de Exposiciones se hace una gran muestra fotográfica, que recoge gran parte de la guerra, y recuerdo que los compañeros, amigos, la gente hablaba mucho de una foto, y decía: “La Piedad”, “La Piedad”, “La Piedad arriba, abajo y para todos lados…pero no tenía idea de cuál es la tal piedad. Y de repente cuando entro a la Sala Nacional de Exposiciones, me dicen: Mira, La Piedad. – Me quedo viendo, y le digo: “pues, esa foto yo la tomé” (risas) sí, se da esas situaciones que fueron parte del proceso.

PdE – ¿Ese reencuentro con tus imágenes años después de la guerra fue constante?

AV:

  • Sí, porque la mayor parte de las imágenes que tomé, si bien circularon por el mundo, y sirvieron para informar lo que sucedía en la guerrilla, que ese fue el objetivo, porque uno sabe que los grandes medios informativos siempre sesgaban la información, lo que se quería era que hubiera un discurso de imagen desde la guerrilla, no solo informativo sino también de imagen.

Entonces esas imágenes salen de los frentes en rollos, se procesan y se distribuyen por todo el mundo…

PdE –  No saben del destino…       

AV:

  • …Pues yo nunca las había visto hasta que las empiezo a ver y recordar, algunas de ellas incluso, digo: “será que yo la tomé”, pero hay muchas que tengo muy precisas de cómo fue el registro.

PdE hablemos del libro que hoy nos presentas. ¿Cómo ha sido el proceso de publicación y difusión?

AV:

  • Este fue un proyecto que se desarrolló en 2003, con una editorial internacional, que había propuesto primero hacer un calendario, y después un libro, pero ese proyecto se cayó, y quedó ahí, prácticamente olvidado. Y reciente dos años atrás, pues he vuelto a México, me he reinstalado, y ya estando allá me di a la tarea de reelaborarlo, rediseñarlo, y empezar a producirlo, no tiene todavía una edición formal. Lo edito de forma digital por pequeñas cantidades, pero estoy pensando ya en una edición formal. Y todo lo que lleva la producción de un libro. Incluso, ya estos días aquí en El Salvador hice el registro de autor. Y al tener todo listo sacarlo.

PdE – Es un reto trabajar en la posguerra, en esta sistematización de información que circulo por tanto tiempo.

AV:

  • Sí, claro que lo es porque primero ya pasó el tiempo y hay hechos que para uno no es tan sencillo rememorarlos, pero sí es interesante ese proceso, pero sobre todo que tengo una visión de mi vida aquí en El Salvador, y conclusiones, y creo que, yo he dicho muchas veces, y lo he afirmado de que la sociedad salvadoreña, es una sociedad sin identidad. Y que es necesario que tenga una construcción y un discurso histórico, y que este proceso de la guerra, que incluso ahora es negado, pues sea estudiado, sea analizado de la manera adecuada para que se conozca verdaderamente lo que fue ese sacrificio y esa lucha del pueblo salvadoreño.

PdE ¿Qué está haciendo Augusto Vásquez en estos tiempos?

AV:

  • Sigo sobreviviendo, ese ha sido, digamos ya desde que salí de la universidad de dar clases, no he tenido trabajos formales, siempre he vivido de dar clases de fotografía, y de pequeños proyectos que se me aparecen.

La otra cosa es que a partir, ya de otro tipo de imágenes me he dado a la producción de elementos que sean consumibles como: calendarios, agendas, ese tipo de cosas, porque vender la fotografía como arte es bien difícil, entonces, cómo vender esa fotografía, pues a través de este tipo de productos.

PdE – excelente, muchas gracias

«Gracias, por interesarse en este personaje histórico y valioso que fue mi padre»: Libia Irani

1 Jul

A casi dos meses de su fallecimiento

Estudiantes universitarios y artistas homenajearon al mimo Talapo

Por: Iván Escobar

El XV recital poético de cierre de la Cátedra de Literatura II, del departamento de Idiomas de la Universidad de El Salvador (UES), fue dedicado a Miguel Enrico Mónchez, mejor conocido en la escena artística salvadoreña como el mímo Talapo. Estudiantes, poetas, músicos, malabaristas se dieron cita a la jornada celebrada el pasado 30 de junio en la sede central de la universidad.

Mónchez falleció el pasado 3 de mayo del presente año, producto de una negligencia médica a partir de un tratamiento médico que al final le provocó su muerte. Nació el 27 de diciembre de 1956, y durante su vida se desempeñó en las artes, y fue un ex miembro de los grupos organizados en la ciudad, conocidos como comandos urbanos, durante el inicio y el desarrollo del pasado conflicto armado en El Salvador. Defensor de Derechos Humanos, crítico social, pintor, fotógrafo, actor de teatro, músico, y lo que más le apasionó y lo puso al centro de la escena artística nacional, ser mimo.

Desde el arte del silencio, y la agilidad junto a la expresión corporal, el Talapo trascendió en la escena artística salvadoreña, fue reconocido a nivel internacional, incluso participó en proyectos de gran talante, cine, producciones audiovisuales, presentaciones personales, entre algunas de las acciones que realizó en su prolongada carrera.

El Salvador contó con un mimo de alta calidad escénica, y disciplina a la hora de trabajar sus personajes, “también fue un gran padre”, comentó Libia Irani, hija del artista, quien forma parte de los organizadores de este homenaje, en el cual se unió la poesía, el canto y la música.

Libia recordó con el público asistente, y los artistas amigos de su padre, que se hicieron presente a la jornada, que ella le acompañaba desde pequeña “y le admiré siempre…aquí a finales de los 70´s y principios de los 80’s, él fue un miembro activo dentro de las organizaciones revolucionarias de la UES, participó y mezcló la disciplina de las artes escénicas, creo que esa fue una de las formas de canalizar sus emociones”, compartió.

Finalizado el conflicto armado, dijo Libia, que el Talapo continuó con su crecimiento artístico, y además se involucró en el trabajo con niños, a través de las artes y la defensa de los derechos humanos, es así que fue un representante en El Salvador, del proyecto Payasos Sin Frontera, desde donde compartió sus experiencias con las nuevas generaciones.

“Los últimos años los dedicó al dibujo, a la pintura, a la fotografía, al cuido del hogar”, remarcó la también artista escénica, quien lamentó que una negligencia en el sistema de salud, le arrebató a su padre.

“Falleció de negligencia médica, donde no se le dio la asistencia médica inmediata”, recordó con tristeza, y añadió que esta misma situación, sigue presente en el gremio de artistas en general en el país, que carecen de prestaciones sociales, que les permitan optar a una vida digna.

“El arte aquí sigue siendo como algo de segundo plano, que no es una prioridad sin embargo para mí que soy el legado de él, siempre veo el arte como una como forma de terapia”.

Por su parte, el poeta y catedrático universitario Jorge Aguilar, destacó la importancia de este homenaje, sobre todo desde el alma mater, desde los estudiantes que son los que siguen las huellas de los grandes hombres como fuera Talapo. Por lo que describió a Talapo, su ex compañero de lucha, como: “el amigo, el camarada, con estos performance se demuestra el legado que cómo maestro nos dejó”, concluyó.

Un performance para recordar al poeta

“Emergencia y un abrazo de nostalgia”

Libia junto a ex alumnos de los talleres de formación artística impartidos bajo la disciplina del Talapo, presentó en este encuentro cultural, el performance “Emergencia y un abrazo de nostalgia”, en honor a su padre que sufrió los vejámenes del precario sistema de salud salvadoreño, que al final lo llevaron a la muerte.

También se tuvo canto, malabarismo y expresiones artísticas de las cuales el Talapo, siempre apoyó, sobre todo esfuerzos que vienen de los jóvenes, sector que siempre acompañó con presentaciones artísticas.

Con esta jornada, la familia agradece este acompañamiento y sobre todo el reconocimiento al trabajo de toda una vida dedicada al arte. “Gracias, porque les interesa este personaje histórico y valioso que ha sido mi padre”, expresó Libia entre el llanto y la emoción vivida junto a su hermana y otros familiares, en el auditorio de Humanidades de la UES.