Archivo | agosto, 2022

Bajo la sombra de los amates se conmemoró a las víctimas de Gualsinga

29 Ago

Masacre de Gualsinga

Por: Iván Escobar

Bajo la sombra de dos grandes amates, testigos fieles del paso de los tiempos, y que en la actualidad continúan resguardando a los suyos, habitantes de las comunidades y caseríos aledaños a la Comunidad Los Navarrete, del municipio de Nueva Trinidad, departamento de Chalatenango, recordaron en un acto especial a las víctimas de la masacre de Gualsinga.

Una a una fueron llegando este domingo, las familias al terreno designado por la misma comunidad para preservar la memoria histórica de hombres y mujeres que fueron asesinados por el ejército nacional, en una de las masacres más despiadadas perpetradas durante el conflicto armado salvadoreño.

Los pobladores recuerdan cada año a las víctimas de la masacre de Gualsinga, como se le conoce por su proximidad al río de la localidad que lleva este nombre, y en el cual quedaron durante un operativo militar los cuerpos de las víctimas asesinadas a manos del ejército nacional.

El lugar donde se lleva a cabo la conmemoración se le denomina por sus pobladores, “La Catedral”, un espacio de paz y sombra de grandes árboles que custodian el lugar en el cual aquel mediodía del 28 de agosto de 1984, fueron masacradas víctimas civiles, acusadas por ejército de formar parte de las filas guerrilleras. El caserío Los Navarretes, está ubicado en el cantón Jaguataya, jurisdicción de Nueva Trinidad.

Hombres, mujeres, niños y adultos mayores fueron las víctimas atacadas por elementos del ejército con bombas de alto poder, granadas, lanzacohetes, disparos de franco tiradores apostados en los cerros de los alrededores, y tropa que arrasaba con todo lo que se moviera, compartieron algunos sobrevivientes que cada año llegan al lugar para resguardar su memoria.

Este domingo 28 de agosto de 2022, entre música popular, cantos religiosos en voz e interpretación de los miembros del coro San Francisco Carasque, fundado en 1987, y quienes son la voz de su pueblo. Vicenta Orellana, una de sus fundadoras, aseguró que esta agrupación nació en medio del conflicto y se mantiene a la fecha con la tarea de mantener la memoria.

“Después de 38 años de conmemoración, es necesario que las nuevas generaciones sepan qué fue lo que pasó aquí realmente, nadie nos lo contó, lo vivimos”, expresó Vicenta, que este domingo compartió sus cantos con otras dos compañeras, y el grupo de hombres que integra la agrupación musical.

Mientras Don Julio Tobar, a sus 73 años y originario de esta localidad, recuerda con exactitud aquellos tiempos, en los cuales eran días “difíciles”. Él como otros lugareños fueron perseguidos por el ejército salvadoreño para aplicar los denominados operativos “tierra arrasada” que se impulsaban contra población civil en la zona rural.

Mientras Don Julio observa una y otra vez los bloques de fotografías de personas desaparecidas y asesinadas durante los 12 años de guerra y antes de la misma. Las fotografías están en pancartas ubicadas en los árboles del espacio dedicado a la conmemoración. Nos comenta que él nunca se fue de la zona, sí tuvo que andar huyendo “como delincuente” porque así eran vistos por el Estado. “Yo me conocí todo Chalate”, rememora este hombre con su sombrero en una de sus manos, y la mochila al hombro.

También señala que uno de sus mejores amigos lo mataron en la masacre, era don Federico Orellana, padre de la niña Jesús, quien en esta conmemoración compartió el testimonio familiar. “Él había llegado de Honduras, con su familia allá habían estado refugiados, al venir se encontraron con la masacre”, comentó don Julio.

La hija de don Federico, durante la ceremonia conmemorativa de este domingo presentó su testimonio desgarrador, no lo leyó ni lo contó de propia voz en esta ocasión, lo llevaba escrito y otra persona fue designada para leerlo con los detalles y recuerdos que ella mantiene vivos en su memoria.

“…Como a eso de las doce y media de la noche salimos rumbo al cerro Chichilco. Al amanecer del día 28 de agosto, íbamos llegando a dicho cerro, ahí se nos informó que se había perdido el control de dónde se encontraban los soldados pues estos no se comunicaban  para que no los detectaran…fue así que cómo toda la gente se regó y buscó cada quién dónde esconderse…en la tarde mi papá le dijo a mí mamá que fuéramos a escondernos más allá porque si nos encontraban los soldado ahí nos iban a matar”, es parte del testimonio de la familia Orellana, quien sufrió el impacto de la masacre.

La tristeza y el dolor está presente en las comunidades que sufrieron la guerra, así lo reconoció Mons. Oswaldo Escobar, obispo de Chalatenango, quien ofició la misa de este domingo en honor a las víctimas, también dijo que no se pueden olvidar y por ello el compromiso es regresar cada año para preservar su memoria.

“…Esta conmemoración de estos hermanos nos debe de llevar también a todos nosotros en comprometernos por la lucha de la dignidad de las personas, y que respetemos cada uno de nosotros los derechos de los demás”, expresó el religioso.

Y subrayó Mons. Escobar que “…Chalatenango en nahuat significa, Valle de Aguas y arenas, pero en los años 80’s se nos convirtió en valle de sangre y de pólvora también, pero todo de sangre”.

Lorena Martínez, actual dirigente de la organización CRIPDES, comenta que en ese tiempo ella tenía 16 años de edad, y junto a otras dos mujeres habían sido designadas por la guerrilla para llegar a la zona y extraer a la población civil de la zona de riesgo. Tenían poco tiempo de haber llegado al lugar, no lo conocían plenamente, pero estaban alertas, no andaban armadas porque la idea era mover a todos los civiles y no ponerles en riesgo.

“Teníamos la misión de ayudar a la gente para que saliera de la zona y de otros caseríos” que según recuerda eran constantemente acechados por el ejército, que los vinculaba directamente con la guerrilla.

“De pronto se vino el operativo y nos sorprendió”, dice, cuando llegó un helicóptero a disparar y se desató aquel infierno. “La gente no estaba armada, eran civil”, recalca.

Ella también compartió su testimonio, y señaló que sobrevivió escapando por los cerros y refugiándose en los matorrales, recuerda haber visto en su carrera a muchas personas asesinadas y otras que se refugiaban entre los cuerpos de otros para sobrevivir. “…Compartir para estas nuevas generaciones mi testimonio, somos varios los sobrevivientes de esta masacre. Conmemorar está masacre del río Gualsinga significa recordar aquel momento difícil que se vivió, casualmente estaba por ahí en el Tamarindo, habíamos llegado con unas compañeras del Paracentral, estaba reciente de conocer Chalatenango, pero era la ola de los operativos militares”, comentó.

También comentó que les costó sacar a la gente o que se movieran porque no pensaban que iba a pasar esto, y una de las razones era porque la cosecha de frijol y otros productos de la tierra había sido abundante aquel año y las familias cuidaban sus cosechas recién cortadas. “Poco a poco los sacaron, era una cantidad de mujeres, niñas, niños, adultos mayores caminamos con ellos toda la noche, cruzamos el río Sumpul, estaba crecido, el lugar donde íbamos a quedarnos era Nueva Trinidad, pero ya estaba tomado (por los soldados), el operativo era fuerte, en el río Gualsinga nos quedamos, los vimos avanzar a los soldados, que decían: Avancen que ahí están!” señaló.

El libro: “Memoria Histórica del movimiento campesino de Chalatenango”, de Carlos Benjamín Lara Martínez, precisa en el apartado “Huyendo hacía la montaña”, que “los últimos años de la década de 1970 fueron de acoso constante en contra de los semicampesinos revolucionario. La Guardia Nacional, la Policía de Hacienda, las patrullas civiles y los miembros de ORDEN incursionaban constante en los caseríos, cantones y cabeceras municipales del oriente de Chalatenango, torturando, asesinando e infundiendo terror entre la población semicampesina que simpatizaba con la causa revolucionaria”.

Con esta actividad, las comunidades reiteraron su compromiso de preservar la memoria histórica, para que las nuevas generaciones no vuelvan a vivir estos tiempos, también hubo espacio para pedir por las víctimas de lo consideran “un nuevo régimen” que estamos viviendo en El Salvador con el régimen de excepción decretado por el gobierno central. Tanto la iglesia como las comunidades, organizaciones y población piden al Estado respeto a sus derechos, que se dé garantía a los detenidos en los últimos años, entre ellos algunas personas de las comunidades que han sido capturadas injustamente. “No queremos volver a sufrir, a vivir en zozobra”, remarcaron los pobladores de estas localidades que en la guerra sufrieron mucho.

La actividad de este domingo estuvo organizada por CRIPDES, ACISAM, PROVIDA, CCR, Pro Búsqueda, Caritas, y Asociación Sumpul.

El pueblo acompañó una vez más a su pastor y escuchó su voz potente

16 Ago

Mons. Romero nos invita a estudiarlo y entender la vigencia de su palabra en el presente

Por: Iván Escobar

La palabra de Mons. Oscar Arnulfo Romero, el primer santo salvadoreño reconocido por la iglesia Católica, “sigue vigente” y por ello las y los salvadoreños estamos obligados a estudiar su pensamiento, concluyó el Dr. Salvador Menéndez Leal.

“A 105 años del nacimiento de Mons. Romero, lo primero que tenemos que rescatar es su coherencia, su valor, su incesante proclamación de la fe, de la palabra, pero ante todo su defensoría a los derechos humanos, que es vigente”, expresó el también especialista en materia de derechos humanos.

Menéndez Leal participó la tarde de este 15 de agosto, en la jornada conmemorativa al 105 aniversario del nacimiento de San Romero, y aseguró que “una riqueza a rescatar del legado de Mons. Romero, es precisamente ese sentido de trascendencia y la vigencia de su pensamiento”.

La jordana conmemorativa es organizada por la Comunidad Mons. Romero de la Cripta de Catedral, un colectivo que trabaja en la preservación y difusión del pensamiento del pastor y mártir salvadoreño, además son los encargados de mantener la homilía dominical en la cripta, desde hace 23 años. Su trabajo comenzó el domingo 23 de mayo de 1999, el cual continúa a la fecha, con la misa de las 10 de la mañana de cada fin de semana.

Mons. Romero nació en Ciudad Barrios, San Miguel, el 15 de agosto de 1917, el mismo día de la Asunción de la Virgen María, por lo cual mantuvo una doctrina marista, además de desarrollar la doctrina social de la iglesia. Fue electo Arzobispo de San Salvador, en 1977 y tres años después, el 24 de marzo de 1980, cuando oficiaba una misa en la capilla Divina Providencia del Hospitalito, en San Salvador, fue asesinado de un disparo. Los responsables fueron sectores radicales de derecha salvadoreña, comenzando con ello, un calvario de sufrimiento, dolor y muerte en el pueblo salvadoreño.

El padre Oswaldo Escobar, quien ofició la misa de este año, en la cripta, dijo que una las luchas del “profeta Romero, fue querer detener la guerra”, y recordó que cuando Mons. Romero fue asesinado, “él tenía conversaciones con todos los sectores de la sociedad, precisamente para evitar la guerra”. Lamentablemente su muerte desató una ola de muerte y persecución en el país, contra toda voz crítica al sistema de gobierno de ese entonces.

El Dr. Menéndez Leal, afirmó que “El Salvador tiene la particularidad que su pasado, su presente, y ojala que no, su futuro se parecen, siempre son los mismos pecados: corrupción, impunidad, exclusión, marginalidad, y la pobreza que desde el pensamiento de la iglesia es un escándalo”, afirmó al cierre de su ponencia en la cripta de Catedral, donde descansan los restos del Obispo mártir.

El padre Escobar, como Obispo de la Diócesis de Chalatenango, celebró la eucaristía y remarcó que la sociedad salvadoreña debe superar toda expresión de violencia, dejar de lado la intolerancia y terminar con el egoísmo que ha imperado en estos años, actualmente, y que en el pasado nos llevó a sufrir un conflicto armado, que solo se logró superar con la firma de los Acuerdos de Paz. “No más violencia”, externó el religioso.

Al tiempo que hizo durante la ceremonia religiosa, un recorrido por la vida del Obispo mártir, a quien calificó como una persona humilde y de la cual muchos en un momento le odiaban, y otros se escandalizaban por su voz potente y de denuncia que mantuvo durante su labor pastoral.

El padre Escobar también explicó que los profetas a lo largo de historia nunca fueron entendidos, y en Israel fueron asesinados, al igual que lo sufrido por Mons. Romero. “¿Para qué surgieron los profetas? Para que el pueblo se fuera por el desierto, para que el pueblo no pierda el contacto”, comentó.

Y añadió el caso del profeta Jeremías, “como era una teocracia, el rey, los sacerdotes y todo mundo unidos, todos decían: el pueblo está bien, la economía está bien; y el profeta Jeremías, les decía que no, que es una burbuja donde están, que eso no era real, y no porque quería contradecir, sino porque un profeta, como conoce la palabra de Dios, sabe cuándo las cosas no van de acuerdo a esa palabra”, explicó.

La conmemoración del 105 aniversario

La Cripta Catedral Metropolitana hoy estuvo de fiesta. El altar principal lucía más decorado que de costumbre, y la tumba de Mons. Romero, estaba “linda”, dijo uno de los visitante que admiraba una y otra vez las luces de color y las ornamentas que engalanaban el lugar del cumpleañero. 105 años se cumplieron del natalicio del Santo de América, el primer Santo salvadoreño.

Hombres, mujeres y jóvenes de todas las edades llegaron al templo, en especial a la cripta para ser parte de la jornada de celebración de este día, en la cual se inició con las mañanitas, música en general, poesía, testimonios, conferencias y en especial el poder compartir en comunidad, pues en los últimos dos años de la pandemia, esto no había sido posible.

Hoy se volvió a tener pastel y se compartió con los asistentes después de la misa principal, así las y los católicos y fieles a la palabra de Mons. Romero celebraron su natalicio, entre recuerdos, anécdotas y sobre todo con el compromiso de continuar su andar bajo la luz del obispo mártir.

El pueblo acompañó así una vez más a su pastor, y escuchó a través de las palabras de la gente, esa voz potente del hombre de fe, que en 1980 intentaron silenciar, pero que hoy en pleno siglo XXI sigue resonando su palabra, más fuerte que nunca.

«Los pueblos originarios no somos prioridad para nadie, nadie nos toma en cuenta»: Nantzin Guadalupe

10 Ago

Poblaciones indígenas exigen respeto a sus derechos

Por: Iván Escobar

“Cuando los españoles irrumpieron en América, estaba en su apogeo el imperio teocrático de los incas, que extendía su poder sobre lo que hoy llamamos Perú, Bolivia y Ecuador, abarcaba parte de Colombia, de Chile y llegaba hasta el norte argentino y la selva brasileña; la confederación de los aztecas había conquistado un alto nivel de eficacia en el valle de México, y en Yucatán y Centroamérica la civilización esplendida de los mayas persistía en los pueblos herederos, organizados para el trabajo y la guerra. Estas sociedades han dejado numerosos testimonios de su grandeza, a pesar de todo el largo tiempo de la devastación…”, destacó Eduardo Galeano en su libro: “Las Venas Abiertas de América Latina”, respecto al desarrollo de las poblaciones originarias que él resaltaba en la década del 70’.

Este texto deja en claro cómo las poblaciones originarias por mucho tiempo han sufrido marginación, explotación, desprecio y atropello constante a sus derechos. Este 9 de agosto de 2022, las poblaciones originarias de El Salvador conmemoraron el Día Internacional de los Pueblos Originarios, entre ceremonias ancestrales, conversatorios y encuentros.

Fue en 1994 cuando se estableció por Naciones Unidas, el 9 de agosto de cada año, como Día Internacional de los Pueblos Indígenas, en conmemoración a la primera reunión, en 1982, del Grupo de Trabajo sobre Poblaciones Indígenas de la Subcomisión de Prevención de Discriminaciones y Protección a las minorías.

La comunidad indígena es reconocida por su aporte cultural en cada nación. En la Ley de Cultura de El Salvador, en su artículo 21 referente al derecho a los saberes ancestrales, celebraciones y rituales, se establece el salvaguardar los “saberes ancestrales, costumbres, expresiones, rituales y modos de vida” como una práctica necesaria en cada una de las etnias, pueblos y comunidades indígenas existentes.

Esta normativa fue aprobada en 2016, por el Congreso salvadoreño, y es parte de las leyes locales que buscan reivindicar los derechos de las poblaciones originarias, a esto se suma la ratificación en 2014 de la reforma constitucional al artículo 63, en el cual El Salvador reconoce la existencia de poblaciones originarias, lo cual venía negándose desde 1932, cuando se dio la mayor masacre indígena en el país, ordenada por el dictador Maximiliano Hernández Martínez, ante el malestar de las poblaciones originarias que reclamaban la tenencia de sus tierras, que fueron arrebatadas por el sector cafetalero.

En el marco de esta fecha, el tata Apantumac, remarcó en nombre de la comunidad nahua-pipil que siguen viendo con preocupación la falta de interés del Estado salvadoreño, el no querer ratificación del Convenio 169, de la Organización Internacional del Trabajo, referente a los derechos de las comunidades indígenas, y control de sus propias instituciones y formas de vida. Sobre todo porque es un tema que da respaldo a las poblaciones originarias para reclamar las tierras de las cuales han sido despojados en el pasado.

“Como pueblos indígenas en estas localidades, tomar en cuenta que la relación íntima de nosotros con la madre tierra nos obliga a hacer una lucha organizada para poder defender los derechos nuestros y de la misma tierra…el 169 de la OIT el gran problema es que los Estados lo firman, pero no lo ratifican. La ratificación es la que nuestro gobierno no ha hecho, y esperamos que ahora que se tienen las condiciones, que se tienen los diputados suficientes no haya un porqué no hacerlo”, expresó Apantumac, representante de la comunidad ancestral de Tenancingo, departamento de Cuscatlán.

La Asociación de Consejos de Pueblos Originarios de Cuzcatan (ACOPOC), al igual que otras organizaciones que trabajan por la defensa de los derechos de las poblaciones originarias en el país, elevaron su voz una vez más y exigieron respeto a sus derechos, tanto al Estado como a la misma sociedad que sigue excluyéndolos.

“Nosotros como pueblos originarios, mal llamados pueblos indígenas…aquí estamos, somos originarios de este lugar, por lo tanto no somos indios, ni indias, somos pueblos originario…los pueblos originarios no somos prioridad para nadie, nadie nos toma en cuenta, somos uno más entre los 7 millones de habitantes que tiene el país. Vivimos discriminados e invisibles, aquí estamos pero nadie nos ve”, externó Nantzin Guadalupe, al hacer una recopilación histórica del desarrollo de las poblaciones originarias en el territorio salvadoreño.

Ambos representantes de ACOPOC invitan a las demás organizaciones y colectivos a trabajar de la mano, para continuar resistiendo en esta lucha permanente, lamentan que los gobiernos pasados jugaron con las buenas intenciones de las poblaciones ancestrales, pero están conscientes que trabajando en equipo y unidad saldrán adelante.

El Salvador contará con el primer periódico indígena

Como parte de los esfuerzos organizativos y el interés de dar a conocer el quehacer de las comunidades indígenas, sus demandas, sus problemas y búsqueda de soluciones a los mismos, ACOPOC presentó en el marco de esta fecha, la Red Indígena Comunicando, la cual se encargará de la edición y publicación del periódico bimensual “Prensa Indígena Cuzcatán”.

El proyecto se desarrolla a través del convenio de CULTURAL SURVIVAL-ACOPOC-AZO, informó Galileo Herrera, director ejecutivo  de ACOPOC, y quien detalló que la red está conformada por representantes de los consejos locales de Santa Catarina Masahuat, Tenancingo, Ayutuxtepeque, Apulo y Metropolitano.

Este primer equipo de comunicadores de las poblaciones indígenas, se constituye como un referente inicial del trabajo que desarrollará la red, y que a futuro busca sumar más miembros y comunicadores de las distintas comunidades que contribuyan a difusión del pensamiento y el quehacer de la comunidad indígena de El Salvador. El primer equipo quedó integrado por: Xochil Tiltik, consejo de Apulo; Xochil Ketzali, Apulo; Chicuace Natzin uon ume poltzin; Ayutuxtepeque; Kuaujti Palne Kojtan, Santa Catarina Masahuat; Sihua Cualantiani, Tenancingo; y Sihua Cojtan, consejo paracentral.

“La responsabilidad que asumen desde ahora es importante, y se convierten en un referente de la comunicación”, destacó Herrera, mientras que Apantumac recalcó que la creación de un medio de comunicación con temática meramente indígena, es un desafío y permite consolidar un esfuerzo que esperan fortalecer en el tiempo.

San Salvador sede del II Encuentro Cultural “Relámpago que siembra”

2 Ago

Por. Iván Escobar

Entre el 8 y 10 de septiembre, San Salvador será la sede del II Encuentro Cultural Centroamericano “Relámpago que siembra”, el cual tiene como objetivo “unir esfuerzos en pro de la unidad política y cultural de la región a través de arte, así como el intercambio pleno, de las diferentes expresiones artísticas de cada uno de los invitados”, expresaron los organizadores.

El II ENCUENTRO CULTURAL CENTROMÉRICANO «RELÁMPAGO QUE SIEMBRA» lleva como título que fuera un fundamental aporte del Grupo Cultural Coquimbo, contará con invitados especiales como: el GRUPO POLÍTICO CULTURAL COQUIMBO, de Honduras; LEGION DE POETAS, de Nicaragua; la Colectiva feminista de Guatemala; Chary Gumeta, de México confirmaron los responsables de la jornada.

Así mismo estarían participando representantes nacionales como los colectivos: ASOCIACIÓN CULTURAL KUSKATAN, FUNDACIÓN CULTURAL PARADIGMA, ESCRITORES DE LA PAZ Y COLECTIVO TLAMANTINIS, CÍRCULO LITERARIO DE SONSONATE y AS-ARTE.

Para este 2022, “el II Encuentro Cultural «RELAMPAGO QUE SIEMBRA», se llevará a cabo en la ciudad de San Salvador, El Salvador, los días 8, 9 y 10 de septiembre, para caminar de acuerdo al compromiso que asumimos cuando realizamos aquel hermoso guancasco en la ciudad de Cantarranas, Honduras; a fin de establecer vínculos estrechos, en derredor del proyecto centroamericanista de unión de intelectuales, artistas y representantes de nuestros pueblos originarios”, explicaron.

“Volvemos a juntar manos, voces y colores, por un magno objetivo, y es en éste segundo esbozo de unidad, que continuamos el acercamiento físico y necesario a través de las expresiones artísticas en pro del sueño morazánico; de paz con justicia, unidad y libertad para nuestra Centroamérica”, compartió la poeta salvadoreña, Ada Membreño, y una de las organizadoras de las jornada cultural.