Archivo | abril, 2022

La estética del centro no puede llevarse de encuentro la necesidad humana

29 Abr
Esta semana seguían los desalojos de algunos puestos.

Por: Iván Escobar

Las grandes urbes a escala mundial tienen como componente central el desarrollo humano de las mismas, junto al crecimiento urbanístico en armonía con el medio ambiente, pero también hay aquellas ciudades en las cuales solo promueve la parte estética y se deja de lado las necesidades de las personas.

En El Salvador en los últimos días, ha sido frecuente aquellas apreciaciones simplistas: que el “centro ha resurgido de las ventas”, que los “viejos edificios han salido a la vista” de las nuevas generaciones y los recuerdos de muchos; entre otros comentarios que no desestimamos, pues son percepciones que se dan luego de comenzar a ver un nuevo proceso de reordenamiento de la ciudad. Y decir, que ya las hemos escuchado en otros procesos de reordenamiento urbano en el pasado.

Y no es que estemos en contra de los procesos de modernización ni revitalización de los centros históricos, al contrario somos conscientes que estos espacios son la cara visible de una sociedad que aspira a ser mejor cada vez. Pero sí, estamos claros, y de acuerdo a conversaciones con representantes de un sector que literalmente ha sido afectado desde hace más de una semana sin tener a la fecha una opción de sobrevivencia, como son los comerciantes, que reiteran su preocupación.

Memorándum


Los comerciantes de la calle Rubén Darío y las avenidas aledañas, levantaron sus puestos de “forma voluntaria”, luego de recibir una notificación de la Alcaldía de San Salvador que les dio un plazo de 48 horas, a uno de los eternos procesos de diálogo y reordenamiento que hemos visto en San Salvador en diversas gestiones.

Y sí, se cumplió por parte de los comerciantes a cuenta propia, el despejar la histórica calle de las ventas informales, así como parte de algunas de las avenidas que van desde la 13ª avenida sur hasta el centro, pero con ello dejaron sus más de 20 años, treinta y hasta más de formar parte de un comercio informal que como dicen muchos, “fue la única opción que tuvimos para sobrevivir en todo este tiempo”.

En estas calles, que ahora muchos disfrutan viendo libres y con trabajos de mantenimiento de las autoridades municipales y uno que otro local formal, en ellas se sobrevivió, se pagó impuestos, se educó a generaciones de niños y jóvenes que ahí nacieron y sus padres con sacrificio los sacó adelante; también sabemos que ha habido desorden y por esos que lo generaron hoy en día todos deben sufrir las consecuencias.

Ahora, el principal reclamo de la mayoría de comerciantes, como “Isabel”, una mujer con más de 20 años vendiendo en la zona de la Rubén Darío, es que no se les da una opción para ver dónde poder continuar su actividad comercial.

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Fachada del nuevo mercado.

Se habla del nuevo mercado Hula Hula, pero muchos saben que ahí no dará abasto a la cantidad de comerciantes, y además deben reunir una serie de requisitos, y lo principal son los $200.00 de pago por local en este inmueble. Muchas ventas de día, de canasto y de la calle, tienen más de una semana de no obtener remuneración, pues la venta diaria es la única opción que tenían.

Las calles hoy se limpian, se lavan, se pintan paredes, se admiran locales y fachadas antiguas, y se deja de lado las necesidades de muchas familias. Pero cómo están estas familias que dependían de la venta, de un trabajo como vigilante en la zona, entre otras labores y que hoy solo tienen la incertidumbre de ver dónde acudir o prestar para volver a comenzar.

Lamentan que la municipalidad a la fecha siga su proceso, y publicite lo estético, pero no se acerca al sector que literalmente quedó en el desamparo. Debemos de tomar en cuenta, que en El Salvador las ventas informales no son un antojo, son: en primer lugar, producto de blandura por parte de las administraciones municipales, que en cada período multiplicaron la presencia de ventas por toda la ciudad; y segundo, del alto desempleo en el país, la gente no tiene otra opción más que vender lo que sea, ante la falta de trabajos formales.

Por ahora, los que fueron desalojados y no tienen opción llevan una semana sin recursos para pagar sus cuartos de habitación, sus deudas, el pago de sus empleados, entre otras necesidades, que no dan tregua, pues están a la orden del día los cobros. Hoy “Isabel” como otros piden a las autoridades municipales pensar en ellos, pues no solo es de quitar las ventas y apartarlos, son familias con un trabajo, una actividad económica en la ciudad, no pueden invisibilizarse.

Algunos puestos siguen en sus espacios.

San Salvador guarda mucha historia…también deja al descubierto sus males

27 Abr

Una mujer transita sobre la 9a. Avenida Sur.

Texto y Fotografías por: Iván Escobar (*)

Las personas transitan a sus actividades diarias, atraviesan la Avenida España al llegar a la esquina de Catedral y el Palacio Nacional, se encuentran con la cinta amarilla de “Precaución”, y los agentes del CAM que limitan el paso por los trabajos en la zona. – ¿No se puede pasar? Consulta a un transeúnte, en respuesta el agente municipal le indica que puede hacerlo por la otra calle.

Es el final de la Calle Rubén Darío, bajando de poniente a oriente, que empalma con la Avenida Cuscatlán. Son las 9 de la mañana del martes 26 de abril de 2022, han pasado exactamente ocho días de que los miles de puestos informales fueran advertidos para retirarse como parte del proceso de ordenamiento en la capital impulsado por la alcaldía de San Salvador.

La zona despejada comprende la calle Rubén Darío, entre la 13ª y 1ª Avenida Sur, lucen acordonadas y despejadas. La escena deja ver numerosos inmuebles que por años estuvieron ocultos por los puestos de ventas informales que se multiplicaron en cada gestión municipal.

El desempleo y la falta de oportunidades llevó a miles de familias a la necesidad de tomarse las calles, pagar sus impuestos y vender en estas vías, que ahora han sido recuperadas por la actual administración.

Mientras intento ingresar a la zona realizar para tomar algunas fotografías, vienen a mi mente, escenas cuando en la gestión del Dr. Héctor Silva, se logró el reordenamiento de una parte de la ciudad, despejando a finales de los 90’s, las principales Plazas del centro histórico: Morazán, Libertad y Cívica, que por décadas fueron ocupadas por ventas informales; en las gestiones posteriores se recuperaron la Plaza San José, y otras calles del microcentro que ahora se pueden apreciar.

No obstante, en esta oportunidad si bien no ha habido los típicos desórdenes, algunos comerciantes comentan que decidieron retirarse primero por la presión latente de las autoridades, y para evitar algún tipo de complicación. Dicen algunos que opciones no les dan, más que el nuevo mercado Hula Hula, que fue construido en la administración pasada y que sólo albergaría a unos 2000 comerciantes, pero deberán pagar por cada puesto cerca de $200 dólares, y reunir una serie de requisitos. Unos no tienen la capacidad de cancelar lo requerido.

Llego hasta la 3 avenida Sur, consulto a un agente del CAM si podía ingresar a tomar las fotografías. – “Sí”. Me responde amablemente. Doy dos pasos, y otro agente me detiene, y me dice: ¡A dónde va!  – “Quiero hacer unas fotografías de la zona despejada” – “No puede, primero debe ir a la oficina de comunicaciones de la alcaldía para que le den el permiso”, añade.

Peatones reciben orientación de un agente del CAM.

¡Ah, bueno! Le respondo: “entonces muchas gracias”. No pretendo entrar en un debate estéril y opto por salir de la zona, más adelante por la 7ª avenida Sur, ingreso por un paso de personas, que presurosas muchas de ellas intentan cruzar las calles para llegar a su destino, comerciantes que mueven sus productos y uno que otro que toma imágenes a su paso.

Cada cuadra está limitada con cinta amarilla, la pregunta frecuente de los agentes del CAM es la misma: ¿Para dónde va? Son comerciantes o empleados de los negocios formales que han quedado en la zona cero, ahora en manos de la municipalidad, y que necesitan realizar sus labores. Uno que otro inmueble se ve que recibe mantenimiento, el sol alumbra fuertemente y las personas van y vienen por las calles accesibles.

Luego subo hasta la 9ª Avenida Sur, salgo justo en la sombra del edificio que hoy es Plaza Centro, antes almacenes SIMAN. Ya hice algunas imágenes, y encuentro en cada espacio algunos elementos propios de la ciudad: alcantarillas con fechas antiguas, detalles de algunos edificios, y uno que otro elemento que nunca se había apreciado, como el edificio del ISTU, que está literalmente a la vista, y recibe trabajos de mantenimiento en su fachada.

El cordón amarrillo llega hasta la 13ª avenida Sur, es decir al límite del Parque Bolívar, que por ahora está siendo intervenido desde hace muchos meses atrás. Las autoridades municipales ofrecen a la ciudadanía la recuperación de toda esta área, que sería un corredor turístico, pero las ventas informales aún están presentes en las calles aledañas, el proceso es largo para lograr un reordenamiento mayor.

“Deberían de hacer un nuevo mercado”, recomienda una persona que pasa mientras observa la calle y aceras despejadas. Le da el visto bueno a lo que encuentra a su paso.

Luego sigo por la 9 avenida norte, y subo por la 11 avenida sur, para ver el escenario desde esa parte. El silencio se mezcla con el murmullo de transeúntes, y los pocos camiones que salen con ripio, u alguna patrulla que transita la zona. Me reincorporo, y bajo por la calle Arce hasta la 5ª Avenida Sur, me encuentro al legendario edificio que fuera el Telégrafo, de la ex ANTEL hoy en manos de una empresa privada de telefonía, es el edificio símbolo de la jornada de recuperación, que ha resurgido como un fénix luego de años de estar sepultado entre las ventas, a pesar de ser una estructura inmensa.

Camino sobre la vía y me detengo a apreciar los detalles de la estructura y en especial en sus bases, sin duda es una gran obra. Se dice que fue construido entre 1936 y 1939, en el período del dictador General Maximiliano Hernández Martínez.

Tapa de ex ANTEL de 1981.

Frente a este coloso está el centro comercial Darío, ahí en 1986 se derrumbó el edificio Darío símbolo de la tragedia. Atravieso la zona, y salgo a la 3ª Avenida Norte, desde ahí veo el edificio Antonio Bou, llamativo por su estructura y diseño, está contiguo al Telégrafo.

La desolación es grande en este tramo. Solo observo un grupo de mujeres comerciantes, esperando ser ingresadas por grupos al nuevo Mercado Hula Hula, ahí están amontonados los comerciantes con papeles en mano y consultando sus celulares, ingresando por grupos al área cuando se les indica por parte de una mujer que sale a llamarles. Mientras tanto otros permanecen en la esquina frente a la Farmacia Guadalupe.

Todos estos edificios al verlos con detalle uno encuentra elementos arquitectónicos y decorativos que han estado invisibles, como una placa que data de 1861, en una esquina de estas.

Concluyo mi recorrido sobre la 1ª Avenida Norte, ya no hay paso, y los últimos puestos de esta zona son retirados por personal de la alcaldía, ante la mirada de los comerciantes del resto de puestos que aún permanecen en la zona, hasta la Avenida España, bajando por la Arce.

Tapa de 1861.

No hay duda que la belleza de la ciudad es un patrimonio que todas y todos debemos resguardar y valorar, pero también es necesario que se den políticas para garantizar estabilidad de las miles de familia que por una semana literalmente están sin recibir un ingreso, y con la incertidumbre de saber si podrán continuar dedicándose a su labor.

Por ahora, la ciudad sigue dejando en claro que guarda mucha historia, pero también deja en claro sus males.

El Lago de Güija reunió las voces de rechazo a la minería

23 Abr

Texto y fotografías por: Iván Escobar (*)

El Lago de Güija, ubicado en el occidente del país y fronterizo con Guatemala. Se alimenta de los ríos Ostúa, Angue y Cusmapa y alberga a más de 145 especies de aves residentes, sus aguas desembocan en el Río Lempa, principal fuente de vida para los salvadoreños. Este lugar fue el punto de encuentro de las comunidades de Guatemala y de El Salvador que elevaron su voz de protesta contra la minería metálica.

La minería metálica es una amenaza latente en la región centroamericana, como parte de las políticas neoliberales que impulsan las transnacionales extractivistas de los recursos naturales.

La Alianza Centroamericana frente a la minería (ACAFREMIN) destaca que El Salvador desde 2017 cuenta con una Ley contra la minería, no obstante en “las zonas fronterizas de Honduras y Guatemala existen más de 50 áreas de interés minero que podrían desarrollarse y contaminar fuentes de agua para los salvadoreños”.

Esta situación y otras amenazas al medio ambiente podrían materializarse no solo en El Salvador sino en Guatemala también con el proyecto “Cerro Blanco”, el cual es impulsado por la empresa canadiense Bluestone Resourse, y su subsidiaria Elevar Resourse.

“Es necesario que los gobiernos de Guatemala y El Salvador tomen acciones…hoy le decimos no a los proyectos de muerte porque queremos vida, le decimos NO, a la mina Cerro Blanco y cualquier otro proyecto extractivista que atente contra nuestras vidas”, remarcó Adriana Ramírez, del Movimiento Ecofeminista de El Salvador.

Ramírez forma parte de las expresiones salvadoreñs y representantes de las comunidades vecinas de Asunción Mita, de Guatemala y de Metapan, en El Salvador, que hoy reiteraron su rechazo a la minería metálica.

Estas comunidades son las principales afectadas con el desarrollo del proyecto minero “Cerro Blanco”, en la vecina nación centroamericana.

Este viernes 22 de abril, en el marco del Día de la Tierra, las comunidades de ambas naciones centroamericanas se unieron, y pidieron junto a las organizaciones ambientalistas de ambos países que los gobiernos  prohíban todo proyecto minero que atente contra la vida y los recursos naturales.

El punto de concentración fue la comunidad salvadoreña Cuevitas, ubicada en las riberas del Lago de Güija, el cual es compartido por ambas poblaciones, y sería junto al río Ostúa, de Guatemala y el río Lempa de El Salvador, los principales contaminados con metales pesados, denunciaron.

Los representantes de las distintas comunidades realizaron un recorrido por el Lago de Güija para expresar su descontento por el proyecto minero “Cerro Blanco” en Guatemala, el cual desde hace más de 14 años, amenaza a los ecosistemas de la zona.

La Alianza Centroamericana frente a la minería (ACAFREMIN), así como las organizaciones CRIPDES, colectivo ecologista Madre Selva, el Movimiento Ecofeminista de El Salvador, la Mesa Nacional Frente a la Minería, y la Asociación de Mujeres Ambientalistas de El Salvador (AMAES), participaron junto a las comunidades y organizaciones guatemaltecas, en la jornada que incluyó además una ceremonia ancestral para agradecer a la madre tierra por su protección, y pidieron fortaleza y energía para enfrentar los nuevos retos.

“Estamos aquí para hacer conciencia sobre los impactos que nosotros los seres humanos tenemos y necesitamos cambiar para vivir en armonía con la naturaleza. Los impactos de la minería están presentes con el proyecto Cerro Blanco, el cual desde hace 14 años es una amenaza”, dijo Pedro Cabezas, de CRIPDES.

Este proyecto minero pone en riesgo la cuenca conformada por el río Ostúa, de Guatemala que desemboca al Lago, y por consiguiente las aguas que llegan hasta el río Lempa principal afluente de vida para los salvadoreños, y se afectaría la vida de las comunidades que dependen de estás aguas.

En El Salvador la minería metálica está prohibida desde 2017, cuando se aprobó la Ley respectiva, no obstante los proyectos mineros siguen presentes, por lo cual las comunidades elevan su voz y piden a los gobernantes no permitirlos más en la región.

“En 2017 lo alcanzamos y hoy seguimos nuestra bandera de lucha…junto con las comunidades aledañas al Lago de Güija, para que no se explote esta mina”, expresó Videlina Morales, activista salvadoreña, representante de la Mesa Nacional Frente a la Minería, y quien representó la lucha del pueblo salvadoreño contra las transnacionales que intentaron explotar el territorio nacional.

Por su parte, María del Carmen Sifuentes, representante de la comunidad de Asunción Mita, de Guatemala señaló con firmeza que su pueblo pide se retire la empresa canadiense Bluestone Resourse, y su subsidiaria Elevar Resourse, quienes impulsan el proyecto “Cerro Blanco”.

Remarcó que la próxima semana estarían reuniendo las 3 mil firmas que requiere la municipalidad de su país, para permitir una consulta popular, y así rechazar desde la vía legal, la presencia de la empresa extractivista.

“No queremos que este nuevo proyecto minero termine con el agua de Asunción Mita, ya tenemos comunidades afectadas por falta de agua…estamos reuniendo las más de 3 mil firmas, lunes o martes las tendremos listas”, precisó Sifuentes.

Mujeres, niños y hombres reunidos en la ribera del Lago se unen en esta fecha importante, y con una ceremonia ancestral piden a la pachamama que les dé la energía y resistencia en su lucha contra las transnacionales, que intentan en pleno siglo XXI dar continuidad al modelo neoliberal, a través de la extracción de los recursos naturales.

Julio González, de Guatemala externó su preocupación por este día que “estamos convocados no para celebrar, estamos en una profunda tristeza por toda la destrucción ambiental que está desarrollándose en nuestros países”, por tanto, añadió que el compromiso de las comunidades es unirse y luchar contra las amenazas que se presenten.

Con esta actividad las comunidades y organizaciones ambientalistas de las naciones centroamericanas unen su voz contra la minería, denuncian todo intento, manipulación y soborno que las transnacionales promueven con el fin de poner en marcha los proyectos mineros.

“Estamos hermanados en la lucha contra este proyecto minero. Instamos al gobierno de Guatemala y de El Salvador para que unan esfuerzos en común y que no permitan la entrada en vigencia de esta operación minera que nos amenaza”, concluyó González.

(*) periodista salvadoreño

Regresa la tradición de alfombras al centro histórico de San Salvador

11 Abr

Por: Iván Escobar

Las alfombras de sal o aserrín volverán a lucir en esta temporada de Semana Santa en la ciudad capital de San Salvador, luego de una pausa forzada de dos años de no llevarse a cabo esta tradición a causa de las restricciones por el COVID-19. La disminución de casos y la apertura de algunas actividades religiosas para este año permiten reactivar la tradición.

Guadalupe Solano comentó emocionada que para el día jueves Santo ya tienen el permiso de las autoridades municipales para participar en la elaboración de la alfombra. Cabe recordar que Solano, es hija de Luis Guillermo Solano, conocido como “Piocha” y quien fuera uno de los pioneros en la elaboración de la alfombra gigante frente a la Catedral Metropolitana.

“Estamos contentos porque ya nos dieron los permisos y el aval para elaborar la alfombra, y así vamos a poder continuar con la tradición de mi papá”, comentó Guadalupe, quien recordó que la última alfombra que se hizo fue en 2019, para la Semana Santa de ese año, oportunidad en la cual se brindó un homenaje a la trayectoria de Piocha, quien había fallecido en noviembre de 2018.

Por ahora, Guadalupe y sus hijos, junto a algunos de sus amigos, así como representantes de la Cruz Verde Salvadoreña, y veteranos de la misma institución de socorro de la cual “Piocha” formó parte de ellos, y de los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños, se están organizando para lograr reunir los materiales necesarios para dar al pueblo “una bonita alfombra”, señaló.

“Con amor, fe y esperanza todo es posible” es el título que la familia Solano eligió para este 2022, y así retomar la tradición de Piocha. Entre los temas que Guadalupe comentó se abordarán en la alfombra están: mensaje alusivo a la Semana Santa, seguido de las imágenes de San Óscar Arnulfo Romero y del padre Rutilio Grande, personajes que eran para Piocha importante en su vida; también se abordarán temas de coyuntura, como un homenaje póstumo al empresa recién fallecido Boris Eserski, “el padre salvadoreña”, el medio ambiente, la paz y la guerra en Ucrania son otros temas incluidos.

Entre los insumos que se requieren están: tintes, sal, un canopi y acompañamiento a la actividad cultural que se ha programado para acompañar la jornada. “Les invitamos a que nos acompañen y participen, si desean ayudarnos bienvenidos, desde ya muchas gracias”, dijo Guadalupe.

La semana pasada, la alcaldía de San Salvador a través de la Secretaría de Cultura de la misma, anunció el concurso de alfombras para esta temporada. Las alfombras se elaboran en el centro histórico entre la tarde y noche del Jueves Santo, para las procesiones del día Viernes Santo, uno de los principales en la Semana Mayor.