Archivo | febrero, 2021

La historia en El Salvador ha enfrentado una “doble tachadura”

27 Feb
Dr. Rafael Lara Martínez.

Por. Iván Escobar

La historia es un tema que no es de interés en la población ni para los gobernantes en El Salvador. De hecho, es un tema espinoso y poco se aborda en los ámbitos académicos, y al final su discusión se limita a aspectos políticos. Durante la dictadura del General Maximiliano Hernández Martínez, se cometieron muchas atrocidades, entre ellas, la masacre de indígena-campesina de 1932, también se tuvo la mayor apertura literaria y de divulgación documental, no obstante son temas que se ocultaron de generación en generación.

Así concluye, el Dr. Rafael Lara Martínez, antropólogo y lingüista salvadoreño, en su más reciente conferencia virtual, titulada: “Historia y Supresión de la Archivos. Poética de <lonra>”, organizada por la Casa de la Cultura El Salvador, con sede en Washington, Estados Unidos.

El investigador y académico reiteró que uno de los problemas en la historia salvadoreña, ha sido el interés de ocultar permanentemente nuestro pasado, lo cual genera una desconexión, y no permite a la sociedad entender las realidades presentes. Habla de una “doble tachadura” que percibe Lara Martínez, en sus indagaciones, un interés permanente de borrar y ocultar nuestra historia.

Es por ello, que 1932 que es donde se centran sus indagaciones, precisa que no solo en enero de ese año, cuando se da la masacre indígena-campesina que se da un quiebre en la historia del país, sino durante todo el año 32´. Por lo cual, reitera que hoy en día “se podría editar toda una antología de escritores de 1932, sin hablar del 32´” como tal.

Lara Martínez, sostiene la tesis de que la intelectualidad de la época dejó un importante legado literario, incluso mujeres y afro descendientes tuvieron presentes en estos textos, y algunos hasta siendo actores claves en la construcción literaria e intelectual de eso años.

En la parte de su ponencia, Lara Martínez aborda lo referente a la Poética de “lonra”, basándose en un texto de Salarrué, pero en donde indaga sobre “el emblema del país bajo el símbolo de una mujer a diferencia étnica – racial”. En este contexto, incluye figuras que denomina “po-Éticas”, como: María Gertrudis, María Asunción, la pobre Quina, La Fulja, La honra de la Juanita, Ley, la pensada de ña Tomasa…”.

María de Baratta, es la única mujer académica que hizo un registro de la lengua salvadoreña

La investigación de Lara Martínez se basa en documentos encontrados en publicaciones pasadas, y que hoy en día han desaparecido en su totalidad, pero que durante la dictadura fueron plataforma de expresión y difusión de pensamiento de grandes intelectuales salvadoreños.

Entre estas publicaciones del 32´, destaca: la Revista del Ateneo de El Salvador, 1932, dirigida por T.P.Mechín, José María Peralta; CYPACTLY, otra de las revistas de la época; el Boletín de la Biblioteca Nacional, que comienza a editarse en mayo del 32´; el mismo Diario Patria, que dieron espacio en sus páginas a escritores salvadoreños como: Salarrué, Pedro Geoffroy Rivas, Francisco Gavidia, José Valdez, entre otros mencionó.

Y es que en ese tiempo, el investigador sostiene que prevalecía el machismo en nuestra sociedad, y a través de personajes en textos, se nombraba de forma varonil a un personaje, que su inspiración estaba basada en mujeres, que no tenían espacio de participación.

Incluso reveló que “gracias a Martínez se dieron publicaciones de mujeres en esas revista, en referencia CYPATLI. Y añade que entre el 32´ y el 43´, un año de la caída de la dictadura de Martínez, el dictador dio espacio “a sus enemigos” en estas publicaciones oficialistas, como el Boletín de la Biblioteca Nacional. Lo cual lleva a Lara Martínez a cuestionar: ¿Eso mismo hace la democracia?

Pues en El Salvado se habría vivido la mayor apertura literaria y artística, durante esta dictadura. Algo que sí no ignora el investigador, es la nefasta gestión del régimen, pero reconoce el espacio para fomentar la producción académica. “Ya quisiera yo que la democracia tuviera ese tipo de apertura literaria”, enfatiza.

Además destaca que María de Baratta, ha sido hasta hoy, “la única que recopiló, transcribió la lengua náhuat-pipil en esa época. Le debemos a ella la recopilación de la lengua indígena y del habla popular, que ella llama: literatura popular salvadoreña”.

Con este conferencias el Dr. Lara Martínez sigue indagando en el tema del 32´, en esta ocasión desde la parte meramente histórica, y lo referente a la producción literaria e intelectual de la época. También haciendo énfasis en cómo todo esto se ha ignorado por generaciones, ya que las autoridades en turno ocultaron y literalmente desaparecieron las publicaciones antiguas.

Sin educación un pueblo corre el riesgo a perder su memoria e identidad

27 Feb
Conversatorio As-Arte.-

Redacción Puntos de Encuentro

La falta de educación, es la principal causa para que una generación, y un pueblo en general pierda su identidad, y por ende su memoria, es la conclusión a la que se llegó en el Conversatorio virtual “Por la paz, prohibido olvidar. Acuerdos de Paz y 1932”.

La jornada desarrollada de forma virtual, el pasado mes de enero en San Salvador, reunió a académicos e intelectuales salvadoreños, y al poeta y escritor uruguayo, Enrique González Arías, quienes coincidieron en la necesidad de reforzar los mecanismos educativos, el acceso de la educación a las personas, no solo rompiendo las barreras tecnológicas, sino llenando los vacíos históricos, que han sido provocados por los gobernantes de turno, y la ausencia de modernización de nuestro sistema educativo, el cual hoy en día no logra responder a los desafíos. Así mismo recomiendan fortalecer la investigación histórica, y contribuir desde los diversos ámbitos a la promoción de la cultural, el rescate de la memoria y la identidad.

La actividad organizada por la Asociación de Arte y Cultura para el Desarrollo Social (As-Arte El Salvador Internacional), en coordinación con “Dos Alas Editorial”, reunió a Ernesto Guevara, músico y artesano salvadoreño; al escritor y poeta uruguayo, Enrique González Arías; al poeta y artesano salvadoreño, Manuel Fernández; quienes conversaron con Yamar Durán e Iván Escobar, miembros fundadores de As-Arte.

“Durante el mes de enero en nuestro país se dan acontecimientos muy importantes, como los Acuerdos de Paz, fecha trascendental e histórica que marcó un antes y un después, y también los hechos que ocurrieron en 1932”, resaltó Durán.

Y añadió Escobar, que “como As-Arte estamos promoviendo y tratando de hacer un poco de análisis, de pensamiento desde la visión del arte y la cultura…”,acotó el periodista salvadoreño. Con estas jornadas As-Arte inició su ciclo de conferencias en las cuales tiene como fin el abordaje de la realidad nacional, sin dejar de lado los acontecimientos históricos que marcaron situaciones precisas.

En la actual administración gubernamental, en El Salvador se ha tratado de echar marcha atrás a la memoria, incluso el actual Presidente de la República, Nayib Bukele, dijo en un acto público celebrado en diciembre de 2020, en El Mozote, que tanto la guerra como la firma de la paz, fueron un farsa. Esto generó indignación en sectores académicos, y organizaciones de derechos humanos en El Salvador, ya que a 29 años de firma de la paz, que pusieron fin a 12 años de conflicto armado, venir a decir esto, es considerado una ofensa para la mayoría de salvadoreños que sufrieron directamente la guerra.  

Y es que la firma de la paz puso fin a 12 años de guerra, pero también dio pasos para vencer la dictadura militar que prevaleció por muchos años, y que también se instaura en El Salvador a partir de la llegada del General Maximiliano Hernández Martínez, en diciembre de 1931, a través de un Golpe de Estado.

Portada de Diario Co Latino del 16 de enero de 1992, año de la firma de la paz.

Recordemos que Hernández Martínez, es también el protagonista del segundo de los temas abordados en el conversatorio, la masacre del 32´, que como bien ha dicho, en otros espacios el investigador Rafael Lara Martínez, no es un tema que sucedido en 1932, no se limita a la masacre, y por ende a la represión en enero, sino a toda una serie de situaciones que se dan a lo largo de ese año, sus 14 años de gobierno impuesto y dictatorial.

Guevara considera que el proceso de paz, si bien puso fin a la guerra, y eso permitió un avance democrático en El Salvador, aún está pendiente el abordaje de las causas del conflicto.  “Las causas quedaron adormecidas, son determinantes para reactivarse cada cierto tiempo”, opinó, en referencia a que de no tomarse en cuento esto, se corre el riesgo de volver a otro conflicto.

Y rememoró los ciclos de conflictos que este país ha enfrentado en su historia, como: el levantamiento indígena del 1833, cuando se luchó contra la explotación de la tierra por el cultivo del añil; la crisis de la tierra a finales de 1800, cuando el Estado expropia las tierras indígenas; la masacre del 32´, la guerra civil, entre otros sucesos. “Los millennials creen que van a dirigir el momento rechazando los elementos históricos”, señaló.

Por su parte, González es de la opinión de contribuir a la memoria, desde la educación. Trabajando desde la base de la sociedad, actualizando los sistemas educativos. “Si nos olvidamos perdemos la identidad…nosotros en Uruguay estamos en permanente búsqueda de la verdad. El tratado de paz no lleva a la paz total, eso se logra con el tiempo y la educación”, aportó.

“No debemos permitir que se olviden estas fechas enfatizó Fernández, y añadió que otro problema en El Salvador ha sido el negar permanentemente la presencia indígena.

1932, un voz en silencio

“Cuando estalló la insurrección, los diarios se contrajeron únicamente a la publicación de boletines informativos redactados en la Casa Presidencial, y no se le dio a ningún periodista la oportunidad de entrar a la zona del levantamiento, no por razones de seguridad, sino en atención al propósito de ocultar la matanza que realizaba”, registra Jorge Arías Gómez, en su libro: “Farabundo Martí”.

Este dato histórico deja en claro, el velo y censura que prevaleció durante el régimen del General Maximiliano Hernández Martínez, al ordenar la masacre indígena-campesina, por supuestos nexos con el “comunismos internacional”, y la necesidad del país de evitar el ingreso de esa corriente política.

La comunidad indígena de Izalco, es la que más recuerda año con año la masacre del 32´. Foto de archivo.

En ese contexto, en este conversatorio se coincidió en la necesidad de indagar en estos hechos, de forma seria y responsable, para definir causas directas del por qué un Estado, niega permanente y trata de invisibilizar la identidad indígena salvadoreña.

En el tema de 1932, los participantes del encuentro recordaron que en 1833, el líder indígena, Anastasio Aquino organizó a las comunidades ancestrales de la zona de los nonualcos, impulsando una rebelión que tenía como fin frenar la explotación de la población, a partir del cultivo el añil. Esta resistencia se repite en el 32´, cuando el líder indígena Feliciano Ama, y las comunidades organizadas de occidente se enfrentan al poder económico y oligárquico.

Ambas fechas dejan en claro que la resistencia indígena ha estado presente en la historia del país, y hoy en día, sus expresiones de organización y resistencia se mantienen, y piden que se les devuelvan sus tierras, que fueron expropiadas a finales de 1800.

Cuicatcalli retoma actividades en este 2021

12 Feb

Por: Iván Escobar

El colectivo literario y de estudios Cuicatcalli “Casa de los Cantos”, retomó el pasado fin de semana, sus actividades presenciales en la Casa del Escritor, “Museo Salarrué”, ubicado en Los Planes de Renderos. Las jornadas de estudio y reflexión se suspendieron como medidas preventivas ante el COVID-19 en El Salvador.

A pesar del prolongado período de cuarentena decretado en el país, entre marzo y agosto de 2020; y acciones preventivas, los miembros del Cuicatcalli, continuaron sus encuentros de forma virtual. El pasado domingo 7 de febrero, se llevó a cabo la primera reunión correspondiente a este año.

Don Rafael Rodríguez, mejor conocido como “Don Lito” y coordinador del colectivo se mostró optimista, al igual que los demás miembros, al reencontrarse y poder compartir sobre las experiencias de los miembros del Cuicatcalli, durante y después de la pandemia.

“La pandemia sigue, ahora es la primera reunión física después de muchos meses”, expresó Don Lito, al inicio del encuentro en la casa del Escritor, en Los Planes. “Hoy estamos con mascarillas y guardando las medidas de bioseguridad, aquí en la Casa de Saluarré, gracias al apoyo de nuestro amigo Alberto”, añadió.

El colectivo Cuicatcalli nació en noviembre de 2019, no obstante seis años antes nacía como taller literario (2013) por invitación de la poeta Silvia Elena Regalado, luego el colectivo continuó como espacio de estudio de las letras, intercambio de conocimiento con profesionales de diversas disciplinas , así como el aporte con estudiosos extranjeros. “Luego vimos la necesidad de dar un salto de calidad, para convertirnos en un Cuicatcalli”, rememoró Don Lito. El espacio está próximo a cumplir ocho años de intensa labor.

La denominación de Cuicatcalli, tiene a la base el estudio de las culturas originarias en la región centroamericana, ya que uno de los objetivos de estos encuentros, es conocer más sobre la identidad salvadoreña, la raíz originaria de esta sociedad, y cómo desde la investigación, la ciencia, las letras aportar al conocimiento y a la comprensión de nuestros comportamientos.

Es así que el Cuicatcalli, es una “Casa de los Cantos”, al igual que con los ancestros indígenas tenían estas expresiones, en grupos de personas (poetas) que se encontraban para estudiar el comportamiento de las poblaciones y aportar a soluciones de sus problemas. Este origen está ligado a las culturas ancestrales de Mesoamérica y otras poblaciones vecinas, que sin duda influyeron en las conductas de las poblaciones indígenas del ahora territorio salvadoreño.

Nuevos proyectos

La pandemia para la mayoría de miembros del Cuicatcalli ha dejado resultados positivos, como el nacimiento de importantes proyectos relacionados al estudio y continuidad de la actividad cultural, es así que se confirmó el nacimiento en estos meses atrás de dos pequeños Cuicatcalli, que están dedicándose al estudio meramente de la realidad a través de las letras; así mismo se compartió que algunos miembros se han dedicado al tema de producción literaria, y están próximos a publicar nuevos textos; así como el nacimiento de la Asociación de Arte y Cultura para el Desarrollo Local As-Arte El Salvador Internacional, la cual surgió en el mes de agosto de 2020, entre otros esfuerzos que están sumando al estudio de la cultura y las artes en El Salvador.

La reunión permitió dar continuidad a las actividades que por ahora se habían detenido, y reorganizarse para continuar el estudio, la investigación, y sobre todo el proceso de compartir aprendizaje entre los miembros. El Cuicatcalli es un espacio abierto, al cual puede integrarse todas aquellas personas interesadas en la literatura, la historia, las artes, la cultura de El Salvador.

Las sesiones son cada 15 días, en la Museo Salarrué. Sus miembros esperan este año seguir aportando y sobre todo compartir conocimiento.

Centro escolar “Mercedes Quintero” implementa el arte como herramienta de desarrollo

12 Feb

Por: Iván Escobar (*)

La pandemia del COVID-19 obligó al mundo a modificar su diario vivir. Los centros escolares en El Salvador no han sido la excepción, las niñas y niños, así como adolescentes en 2020 tuvieron que adaptarse a recibir sus clases de forma virtual, una modalidad que significó un reto para los estudiantes, padres de familia y docentes. En vacaciones también se tuvo la modalidad virtual, a través de la enseñanza artística. 

El Centro Escolar “Mercedes Quintero” fundado a finales de los años 40´s (1948), en esta capital, en homenaje a la gran maestra y poetisa “Alma Flor” como se le conocía en el mundo de las letras a Quintero, tuvo que adaptarse a esta nueva forma de trabajo.

Los niveles de estrés y tensión por la pandemia, llevó a muchos a la preocupación extrema por el temor a contraer el nuevo virus, o vivir la experiencia de tener un familiar contagiado o perder a alguien cercano por la enfermedad. Es así que las autoridades de educación salvadoreña, impulsaron en su accionar virtual, y a través de medios oficiales, el programa “Jugando a ser artista”.

Una franja en la cual el objetivo era que durante un período de vacaciones, tuvieran diferentes tiempos para desestresarse mediante el arte, los estudiantes de tercero a séptimo grado serían seleccionados para ser parte del programa, comparte el profesor Luis López, quien forma parte del plantel docente de este centro escolar y quien estuvo a cargo del proyecto, en este centro educativo.

Fueron seleccionados en la escuela “Mercedes Quinteros» medio centenar de estudiantes para formar parte del programa “Jugando a ser artista”, y del cual el maestro López, se siente optimista de haber cumplido con las metas propuestas en un inicio. 

El proyecto se apoya a través de medios estatales como canal 10, con transmisiones los días lunes, miércoles y viernes; que eran reforzadas por el docente en el transcurso de la semana, a fin de que los estudiantes replicarán los trabajos o manualidades que se presentaban.

Cada estudiante seleccionado por el centro educativo, “recibió un kit de trabajo”, que contenía insumos como: pinturas, pinceles, tirro, capirucho, lápices, lana, papel, barro, yesos, entre otros. “Todo este material lo verían en las sesiones en televisión y a los estudiantes les correspondía multiplicar lo aprendido”, remarcó el profesor Luis.

Durante 18 sesiones los estudiantes realizaron diferentes manualidades y experimentaron diversas técnicas artísticas como pintura, elaboración de máscaras en hueso, cartón, reciclaje, e incluso elaboración de piscuchas como parte de los juegos tradicionales.

Estefanía Orantes, estudiante del tercer grado de este centro escolar, valoró la experiencia como buena, ya que aprendió más sobre los juegos tradicionales, así como el trabajar con barro, y pintar. Así como estos 50 estudiantes, en otros centros educativos se desarrolló una importante formación artística que contribuye a reducir el estrés de los alumnos, fomentar la creatividad, y saber utilizar los tiempos libres.

Dicho proyecto se realizó entre los meses de diciembre de 2020 y concluyó en enero de este 2021. “La idea era que los estudiantes en sus vacaciones explotarán su creatividad y así fue”, añadió.

El Centro Escolar “Mercedes Quintero” siempre se ha caracterizado en cumplir con los retos que se presentan cada época, desde su fundación ha sido una de las escuelas importantes de la capital, con 72 años de trabajo académico se convierte en un referente para muchas generaciones en la capital. Durante el año 2020 con la pandemia desarrolló sus jornadas educativas a través del uso de nuevas tecnologías, e innovando en la presentación y utilización de herramientas virtuales, que involucró a padres de familia, alumnos y la plantilla docente.

(*) imágenes de algunos de los estudiantes.-

Comunidades indígenas siguen en resisten luchando contra las estructuras de poder

12 Feb

1932 un tema que sigue tratándose de ocultar en pleno siglo XXI

Por: Iván Escobar

Hablar de 1932 aun es doloroso para las comunidades indígenas en El Salvador. No es tan fácil obtener información al respecto. No obstante, su resistencia obedece a una serie de situaciones que a lo largo de casi noventa años han afectado sus vidas y la de sus descendientes.

La mayoría de salvadoreños, por no decir la sociedad completa, “desconoce” qué pasó entre el 21 y 22 de enero de 1932, es decir, hace 89 años. Era un año nuevo, próximo a celebrar elecciones municipales y legislativas, luego del Golpe de Estado, con el cual el General Maximiliano Hernández Martínez, un mes antes había llegado a la Presidencia, iniciando una oscura dictadura que se prolongaría por 14 años.

La masacre indígena del 32’, como es conocida en los ámbitos académicos e investigativos, se ejecutó por orden del General, quien temeroso aquellos días, del fantasma del Comunismo Internacional, acusó a las poblaciones indígenas del occidente del país, así como otras localidades, que fueron masacradas a punta de fusil.

Las poblaciones indígenas lucharon contra los militares, en clara desventaja armamentista, y poca experiencia ante un conflicto que desbordaba el malestar de la población por las innumerables violaciones a sus derechos, y desde finales de 1800, con la expropiación de las tierras comunales y ejidales de los pueblos indígenas.

¿Un tema en el olvido?

Este tema durante el período de Martínez, se invisibilizó, y la academia y la literaria acompañó, recuerda, el Dr. Rafael Lara Martínez, investigador académico y conocedor del tema.

“1932 no tiene un solo mes – enero – sino doce meses que la historia suele olvidar”, comenta el académico, al consultarle respecto al por qué muchos ignoran la fecha hoy en día.

En sus investigaciones Lara Martínez, advierte que la intencionalidad por ocultar todo lo del 32’, ha quedado al descubierto hoy en día. El Boletín de la Biblioteca Nacional, que comenzó a publicarse en 1932 “incluye a casi todos los autores de prestigio. Al eliminarlo de la documentación primaria, las ciencias sociales inventan un 32’ sin 1932, es decir, omiten la apertura dictatorial a la ciudad letrada”, comenta.

Y añade que el 32’ implica cuatro eventos en El Salvador, que no pueden olvidarse: “el golpe de Estado y apoyo intelectual; revuelta y falta de apoyo intelectual; matanza y conciencia, denuncia tardía; y política cultural de Maximiliano Hernández Martínez y apoyo intelectual…”. Este punto, considera Lara Martínez es importante analizarlo a fondo, porque si bien mucha de la intelectualidad del país, no denunció los sucesos, y comenzó a construir un país, sin hablar de la masacre.

“Podríamos hacer una antología de 1932 sin mencionar la matanza”, comenta de forma irónica el también autor de muchas investigaciones relacionadas con el tema indígena y la lengua náhuat.

La voz indígena se silenció

Franco Huixtemi, docente de náhuat.

Los sucesos del 32´, llevaron a las poblaciones indígenas a ocultarse. Guardar silencio fue una decisión que perduró por muchos años, negar su identidad en público, silenciar su lengua ancestral, el náhuat; y evitar su vestimenta, todo esto con el fin de no ser perseguidos ni marginados.

No obstante, la pobreza extrema y marginación social, ha sido un factor a lo largo de estas casi 90 años entre las poblaciones indígenas del país, una muestra de que la masacre, sepultó la identidad indígena en El Salvador.

Franco Huixtemi, docente de náhuat, quien en los últimos años ha trabajado de cerca con las comunidades, y conoce muchas de las historias de los abuelos sobrevivientes a la masacre, cree que el desconocimiento en la sociedad actual sobre lo sucedido, tiene a la base la desinformación, la falta de educación, y la utilización política del tema.

“La educación que hemos tenido no ha sido basada en memoria histórica, y si ha pasado (que) los grupos que lo cuentan, (y) lo hacen a su favor”, precisa. En tanto subraya que es una historia “que está pintada al color del grupo que te lo cuente”.

Para este docente, es preocupante que esta educación no permita interiorizar a la población en su raíz, particularmente las nuevas generaciones ven el tema como ajeno, incluso en el interior de las comunidades. “Viven el día a día, pero no traen un ayer en la memoria”, lamenta.

Por ello, en su labor docente Huixtemi, procura dar los elementos básicos del aprendizaje del náhuat, el cual ha cultivado con el contacto directo con los abuelos y maestros en las distintas comunidades de la zona occidental, pero aprovecha para dar a conocer investigaciones, literatura, documentales y todo aquello que hable del 32´, a modo de que las personas tengan una base identitaria, y fortalecer el aprendizaje con el náhuat.

Considera que las comunidades indígenas hoy en día enfrentan grandes retos, como son: el que se les garantice a través del cumplimiento de normativas internacionales, que se les devuelvan sus tierras ancestrales, y les permitan ser comunidades auto sostenibles, gozando del respaldo del Estado; permitirles desarrollar sus costumbres y tradiciones, entre otros.

“Las poblaciones indígenas tienen grandes retos, luchar porque la lengua no muera, ese es uno grande…se está haciendo mucho, pero falta mucho por hacer. El reto también de mantener la vestimenta”, añade Huixtemi.

Es de destacar, cómo hoy en día, las poblaciones organizadas como en el municipio de Izalco, en el departamento de Sonsonate, una de las poblaciones más golpeadas en 1932, hacen uso de las nuevas tecnologías, y redes sociales para dar a conocer sus ideas, su voz, sus proyectos, como Alcaldía del Común que constantemente se proyecta como un colectivo organizado que trabaja por garantizar los derechos de las poblaciones originarias.

Esto es un avance, para aquellos que durante muchos años vieron a los indígenas al margen de la exigencia de sus derechos. No obstante, hay aún temor a hablar sobre la temática. Es decir, la pesadilla del 32´, sigue latente.

Las comunidades para esta semana de enero, específicamente en el occidente del país, han organizado una serie de conmemoraciones por el 89 aniversario de la masacre, pero siguen demandando del Estado un apoyo real. Si bien el país, cuenta con una Política de Pueblos Indígenas, aprobada durante la administración del Profesor Salvador Sánchez Cerén; y en la legislatura 2012-2015 se ratificó la Constitución de la República, para reconocer en El Salvador a las poblaciones indígenas. Aún hay deudas.  

Hoy las poblaciones originarias en El Salvador exigen al Estado la ratificación del Convenio 169, de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el cual se reconoce a las poblaciones indígenas. Una deuda aún pendiente, remarca Huixtemi.

No se puede ocultar la historia

La dictadura de Martínez dejó en claro un atropello a los derechos de las poblaciones indígenas, se invisibilizaron estos atropellos, incluso la masacre, y se calificó en un momento, por algunos investigadores allegados al mandatario, como “una necesidad” para frenar la expansión del Comunismo en tierras salvadoreñas.

Hoy en día, el país vive situaciones preocupantes, como el ataque entre las instituciones del estado, los efectos de una pandemia que ha cobrado la vida de muchas personas, se agudizan problemas sociales que llevaron a la guerra en el pasado, y desde el Gobierno central se califican como “farsa” la guerra y el acuerdo de Paz, que este año cumplió 29 años de su firma.

Recientemente, el ex mandatario salvadoreño, Mauricio Funes, expresaba en una entrevista concedida desde Nicaragua, a una televisora local, que “…la estructura oligárquica de poder en El Salvador, data de más de 100 años, desde finales del siglo XIX cuando se aprueba la Ley de Extinción de Ejidos, y eso permite el primer proceso de acumulación original de capital que da lugar a la oligarquía salvadoreña…”.

Es decir, la concentración de la tierra en pocas manos, una causa que en la historia del país ha dado paso a los conflictos sociales en 1833, en 1932, en la década de los 80´s durante el conflicto armado, entre otros sucesos, sigue siendo una realidad; y la principal demanda de las comunidades es recuperar las tierras, y recobrar su identidad, su historia, su memoria.

La herida de 1932 está latente, no obstante poco a poco el velo para ocultar estos hechos, se ha caído, y ha trascendido del ámbito académico, a una realidad, y una resistencia plena de las poblaciones, que hoy exigen y reclaman por sus derechos. “Seguimos vivos”, advirtió un grupo de indígenas recientemente, en una transmisión por una red social, desde Izalco.