Archivo | marzo, 2023

Comunidades indígenas de occidente demandan protección del Estado a sus territorios

14 Mar

Por: Iván Escobar

En el marco del Día Internacional de Acción por los Ríos, representantes y líderes de las comunidades indígenas de la zona occidental del país denunciaron la crisis ambiental que están enfrentando a partir de la contaminación y explotación de las fuentes naturales de agua, lo cual pone en riesgo sus vidas y territorios.

En este contexto, organizaciones ambientalistas y comunidades originarias unieron su voz para que el Estado salvadoreño asuma su responsabilidad, y les dé protección requerida frente a las empresas que explotan los recursos hídricos y ponen en riesgo la sustentabilidad de las comunidades.

Se sabe que en El Salvador los ríos agonizan, un 79% de ellos a escala nacional se clasifican como zonas de remedición, en los cuales es necesario implementar planes de descontaminación y saneamiento. “Ningún sitio de monitoreo de agua superficial a nivel nacional cumple con la aptitud de uso para agua cruda o para potabilizar por métodos convencionales. El 21% de los ríos de El Salvador se clasifican como ecosistemas en recuperación paulatina de la calidad del agua para la protección de vida acuática. El extractivismo está diezmando los ecosistemas y las culturas originarias en el país”, advierte la Unidad Ecológica Salvadoreña UNES, quien se sumó a este llamado de alerta para proteger las fuentes naturales hídricas.

Alejandro Labrador, técnico de la UNES señaló que “este día internacional, expresamos nuestra preocupación por los ríos del país, por las aguas superficiales y subterráneas que se encuentran en un estado alarmante de contaminación, destrucción y de amenaza a extinguirse en los próximos 100 años, incluso el río Lempa considerado la vena Orta de El Salvador, podría desaparecer en lo que termina este siglo”, advirtió.

Para la UNES es preocupante lo que está pasando en el territorio, y principalmente el impacto negativo que se está provocando en miles de comunidades. “En el país los ríos y las aguas superficiales agonizan y están expuestos a una explotación desmedida por parte de grandes industrias, usuarios que están complicando la vida de las poblaciones”, acotó Labrador.

Atención inmediata y urgente piden para proteger los ríos del país, de lo contrario advierten que la crisis se agudizará y el mayor impacto lo sufrirán las comunidades rurales.

Por su parte, Alfredo Guevara, líder comunitario de Metalio, pidió al gobierno central poner atención al tema de explotación del recurso agua, que impacta en sus territorios. “Nuestra población, los pueblos indígenas, la vegetación, la mayor parte de recursos con los cuales sobrevivimos está siendo sobre explotada, con la instalación de bombas, puntas, con la contaminación de ríos, con más precio al gua, que no es apta para el consumo humano en nuestras comunidades”, dijo.

Lamentan que a pesar de existir normativas actualmente, se da la contaminación de las aguas por parte de granjas productoras, instalación de represas, y extracción para proyectos urbanísticos.

Sara Guevara, representante de la Mesa por la Sustentabilidad del agua y el medio ambiente de la zona sur de Ahuachapán, MESAMA, recalcó que los impactos se dan de forma diferenciada en las comunidades, “en nuestra zona de occidente estamos en el llamado corredor seco, pero estamos también en el área de conservación El Imposible, Barra de Santiago, contamos con un humedal importante para Centroamérica y El Salvador, como el sitio RAMSAR”, señaló.

También mencionó que las plantaciones de Caña está impactando en el consumo de las aguas naturales, y la contaminación con aguas mieles, que pone en riesgo la sobrevivencia de las comunidades que dependen del recurso hídrico para sus cultivos y subsistencia.

A esta situación de impacto negativo contra el medio ambiente, se suman otros problemas como las amenazas de explotación y daño al ecosistema en Valle El Ángel, la explotación del río Sensunapán, con una octava represa que es rechazada por las comunidades por considerar que ello afectaría el afluente de las aguas, también otros proyectos que generarán vulnerabilidad en los territorios.

Tacho, representante de la Federación de pueblos originarios del sur, expresó su preocupación por el no cumplimiento del Estado a las políticas de protección y garantía de derecho para las poblaciones originarias. Por ello, demandó la pronta ratificación del Convenio 169 de la OIT y el cumplimiento fiel del Acuerdo Escazú, mecanismos internacionales que garantizan los derechos de las poblaciones originarias.

“En el valle del Jiboa, en la cuenca del río Jiboa los problemas son similares, como los que mencionan los hermanos. Los problemas son de peso, la contaminación de la caña en nuestro sector, un 90% del valle está destinado al cultivo de la caña, eso lleva a ocupar agro tóxicos cancerígenos. Tenemos muchos casos en Talpa, sobre insuficiencia renal”, mencionó

Otro impacto lo generan las pedreras, lo que lleva a que los ríos literalmente queden secos en el verano. La tala indiscriminada de bosques.

Enrique Carías, representante del Comité Indígena para la Defensa de los Bienes Naturales de Nahuizalco, Sonsonate, remarcó que solo el río Sensunapán “ya tiene siete hidroeléctricas, y si un día fueran, desde Juayúa, pasando por Nahuizalco, Sonsonate, hasta Acajutla verían que da tristeza estar en esos lugares donde en un momento se tuvo toda una riqueza de fauna y flora, riqueza para la comunidad, y hoy después de un proyecto como este, aquello queda totalmente seco”, puntualizó.

Las comunidades indígenas y organizaciones ambientalistas piden resguardar los recursos naturales, frenar todo proyecto que genere impactos negativos a las poblaciones, y exigen al Estado su protección. Dicen no a la minería, no a las represas, no a las construcciones, piden que se respete la vida, y no se continúe alterando los ecosistemas. 

“Casa universitaria” una opción para los jóvenes del interior del país

1 Mar
Histórica casa de CRIPDES, será la sede de la «casa universitaria». Fotografía de: Iván Escobar

Por: Iván Escobar

Jóvenes provenientes de distintas comunidades del interior del país podrán contar con un lugar digno para vivir en la capital, y así dejar de lado el estrés e inseguridad al que se someten muchos al viajar día a día desde remotas comunidades para completar sus estudios universitarios en la ciudad.

El proyecto es impulsado por CRIPDES con apoyo de la fundación SHARE, quienes tienen como fin habilitar a partir de mayo, la primera “casa universitaria” que dará albergue a un total de 17 jóvenes universitarios, en un primer grupo a seleccionar.

Lorena Martínez, de CRIPDES destacó la importancia del proyecto, que tiene como finalidad responder a las necesidades de desplazamiento y resguardo a aquellos jóvenes que salen desde sus comunidades y batallan día a día en su incansable búsqueda de conocimiento. “Es un apoyo a los jóvenes de las comunidades, será una casa equipada dignamente para ese joven que sueña en estudiar y luego retornar a su comunidad con su conocimiento, aportando”, resaltó.

Y es que una de las características del proyecto, que es una especie de “primer beca” para el bachiller que aspira a la superación profesional, es que pueda a futuro aportar a la comunidad que le vio nacer, ahora aportando al desarrollo integral de la misma.

Representantes de CRIDES y SHARE. Fotografía: Oscar Machón

Jonathán Mejía, joven líder de la comunidad de Guazapa y Rebeca Menjivar, del municipio de El Paisnal, se mostraron optimistas con el proyecto, ya que el tema de desplazamiento cada día a sus hogares y hacía el centro universitario en el cual estudian, les genera estrés, gasto en transporte, horas de cansancio, inseguridad y otras situaciones que impacta en su labor estudiantil.

Ambos jóvenes destacaron que los estudiantes contarán con una casa universitaria, que les permitirá además del intercambio de experiencia y conocimiento, el asumir un compromiso frente a su comunidad, y dedicarse al 100% a sus estudios.

Los jóvenes pueden abocarse a las ADESCO, y puntos regionales de CRIPDES en las distintas comunidades, para obtener información sobre este proyecto que está en marcha, y así conocer los requisitos para ser aspirantes a una beca. “El primer requisito es que ya estén graduados de bachilleres, y luego mantener sus notas, entre otras cosas que también cumplirán”, afirmó Martínez.

Tomando en cuenta que la “casa universitaria” contará con sus reglas y dinámicas disciplinarias a fin de que los jóvenes también “den vida a la casa, y asuman compromisos”, como futuros profesionales que son, aseguró Isabel Hernández, representante de SHARE en El Salvador.

Hernández agradeció el acompañamiento de SHARE una organización que nace a principios de los 80´s en el contexto de la guerra, con apoyo ahora de una familia estadounidense, “hoy podemos dejar este legado a los jóvenes”.

En su trabajo de 38 años CRIPDES busca dar respuesta a las necesidades de las familias de escasos recursos, y hoy en día, el tema de educación es un eje esencial en las nuevas generaciones, por ello se está apostando por este proyecto que dará un aporte fundamental a las familias, a los jóvenes y a sus comunidades.

Una casa histórica al servicio de la juventud

La casa 1523, del final de la 23 calle poniente, de San Salvador es un espacio histórico para los fundadores de CRIPDES. Hoy el inmueble gracias al proyecto de la “casa universitaria”, se está remodelando y adecuando para albergar a los jóvenes universitarios que a partir de mayo comenzar a hacer uso del mismo.

El local de CRIPDES se convierte en este nuevo espacio, guardando la esencia de su labor en tiempos pasados, como organización que ha venido trabajando en favor de las familias pobres, apoyando el desarrollo de las comunidades y sus necesidades fundamentales, así como denunciando todo proyecto que les afecte.

Ahora con la “casa universitaria” se habilita un lugar en el cual, los jóvenes además de contar con un espacio para descansar y permanecer en los días de estudios, tendrán acceso a un moderno centro de computación que contribuirá al conocimiento de los universitarios.

“La residencia universitaria contará con 9 dormitorios para el acomodamiento de 17 personas”, la misma tendrá su cocina, baños, sala-comedor, área de cómputo, lavandería, y acceso a personas con capacidades especiales, de acuerdo a los responsables de la reconstrucción del inmueble.

El proyecto se ejecuta con una inversión superior a los $400 mil dólares y gracias al apoyo y solidaridad de Sharon y Paul Kendall, dos estadounidenses que desde años mantienen lazos solidarios con las familias rurales del país a través del otorgamiento de becas a estudiantes universitarios.

Tanto Jonathan como Rebeca, dicen que se sienten contentos que nuevos estudiantes podrán hacer uso de esta casa, y a futuro más jóvenes serán beneficiados con un proyecto que busca dignificar al estudiante y apoyarles en su crecimiento profesional.

“Esta iniciativa nace como una respuesta ante la falta de oportunidades que tienen las familias y las personas jóvenes que aspiran a culminar una carrera universitaria y mejorar sus condiciones de vida”, reiteraron los representantes de CRIPDES.