Archivo | octubre, 2020

«Dependencias» y el desafío a enfrentar los retos de la vida

24 Oct

Por: Iván Escobar

En los últimos meses el ser humano a escala mundial ha sufrido una serie de situaciones y desequilibrios que evidentemente cambiaron nuestra cotidianidad. La pandemia del COVID-19 nos cambió la vida, pero también replanteó la necesidad del abordaje de la situación que se sufre, el arte ha permitido comprender algunos comportamientos. Este es el caso de «Dependencias».

«Es la historia de tres mujeres que la vida las ha llevado a perder su autoestima, y a asumir una actitud de autodestrucción, cada una de ellas se conmueve ante la situación ajena, pero sin aceptar que también ella necesita ayuda», se destaca en el argumento de la obra que se estrena en este mes de octubre, y la cual está bajo la dirección y puesta en escena de Baltazar López.  

Se añade en la argumentación de la obra que «en el arte no todo es negativo, contradictoriamente esta terapia de discusiones agrias provoca que cada una (de los personajes), vea una luz de esperanza en sus vidas».

«Dependencias» se estrenará en La Galería Teatro, en octubre y noviembre de este año. Las interpretaciones de los personajes de la obra están a cargo de Stephanie Ávalos, en el papel de Rebeca; Diana Cortez, como Sarita; y Sofía Ortiz, interpreta a Julia.

Conscientes de la situación sanitaria que atraviesa el mundo, en El Salvador no es la excepción los organizadores del montaje y promoción de esta obra invitan a la población a disfrutar de ella, cumpliendo las medidas de bioseguridad correspondientes, durante todas las presentaciones se pondrán en práctica “los protocolos de seguridad en el marco de la pandemia por COVID-19”, se enfatizó.

Para la presentación de la obra se ha puesto a disposición la compra de las entradas desde ya, a través del WhatsApp: (503)7958-7065. El cupo límite es (20 personas por función); son funciones aptas para mayores de 15 años; y se pide a todo asistente el uso obligatorio de mascarilla en todo momento dentro de las instalaciones del teatro.

La obra se estará presentando los días 30, 31 de octubre y 6, 7 de noviembre, en horario de 8 de la noche; 1 y 8 de noviembre a las 5 de la tarde. El costo es de $6.00 general, y estudiantes con carné $4.00.

El terremoto de 1986 puso a prueba a los cuerpos de socorro en El Salvador

11 Oct

Por: Iván Escobar

El reloj marca las 11:45 de la mañana de este sábado 10 de octubre de 2020. Entre el bullicio del centro, los automóviles y música de las ventas informales, salen dos hombres jóvenes portando su uniforme de rescatista de los Comandos de Salvamento, en sus manos portan dos arreglos florales. Ingresan al centro comercial “Rubén Darío”, en pleno corazón de San Salvador. Seguidamente ocho socorristas veteranos de la Cruz Verdes, entre ellos la hija de Luis Solano “Piocha”, también ingresan al lugar.

El objetivo es el mismo, hoy no están corriendo para atender una emergencia. No, están ahí para recordar y ofrendar a las víctimas del terremoto de 1986, que hace 34 años estremeció la ciudad capital. El Edificio Rubén Darío se convirtió en el símbolo de la tragedia, al desplomarse y soterrar a cientos de personas.

El terremoto fue el 10 de octubre de 1986, a las 11:50 a.m., una tragedia que perdura en la memoria de los salvadoreños.

Este sábado ambas instituciones de socorro, de forma tradicional rindieron su homenaje anual. Al ingresar al lugar, colocan los arreglos florales, los miembros de Cruz Verde, llevaron una corona de flores con la fotografía de “Piocha”, quien fuera el fotógrafo oficial de la entidad de socorro en esa época.

“Piocha” fue uno de los primeros socorristas y fotógrafos que estaba cerca del Darío. Ahí captó impresionantes imágenes con su cámara analógica, así como otras escenas de la tragedia en el centro, recuerda su hija Guadalupe Solano, quien aún resiente la muerte de su padre en 2018, “él siempre estaba presente en este lugar para está fecha, recordando sus anécdotas”.

Para Fausto Nieto, un hombre que dedicó más 40 años a la Cruz Verde, ahora de la Asociación de Voluntarios Veteranos, recuerda que aquella fecha fue dolorosa, ellos estaban de turno en la sede central en el Barrio Santa Anita, al sur de la ciudad, desde ahí se desplegaron de forma espontánea a prestar sus servicios de rescate.

“Estuve en el Gran Hotel El Salvador, ahí sacamos unas 15 personas…recuerdo que después de unas réplicas un compañero conocido como “El Pantera”, el viejo, le cayó un muro y de inmediato lo rescatamos, pero el susto fue grande”, comparte hoy.

La vulnerabilidad en San Salvador persiste hoy en día, advierte el socorrista, y enfatiza que la razón es porque “la ciudad fue creada solo para el momento, con calles angostas, parques pequeños…hoy las autoridades han hecho muchos cambios. Aún el tráfico era pesado, en el momento del terremoto tuvimos que correr, gracias a Dios teníamos energía”.

Otro socorrista, y que en aquellos días era jefe de servicio en la base central es José Luis Rosales, hoy dice que así cómo vivieron aquel momento, fue toda una aventura, y también conocieron verdaderos milagros.

“No teníamos ni una ambulancia buena, Merlos era el compañero motorista de turno, él ya murió, y estábamos pendientes cuando comenzó a llegar personas afectadas”. También recuerda a Piocha, quien era el encargado de Relaciones Públicas y Prensa, “él andaba por el centro, tomó unas fotos impactantes de las personas saliendo de un bus, fue frente al edificio ahora de la Biblioteca Nacional. Él nos informó que se había desplomado el edificio Darío, y otros en el centro”, dijo.

Ambos socorristas coinciden en que “San Salvador es una ciudad vulnerable”. Elliot Gómez quien cuenta su tiempo como socorrista de Cruz Verde desde aquel 10 de octubre, comentó que “con lo que había y con los que estábamos nos tocó trabajar, y aprender en la marcha”.

“Es uno de los momentos más fuertes de mi vida, a partir de esa fecha empiezo a contar mi tiempo en el socorrismo, el terremoto del 86´ fue la prueba de fuego. Ahí pusimos en práctica lo aprendido hasta el momento”, recuerda Gómez quien estaba en el área de Pre-hospitalarios.

Cruz Verde Salvadoreña recibió capacitación de “los Topos” de México, quienes motivaron junto a otros rescatistas internacionales a que el país, más vulnerable de la región comenzara a prepararse ante las tragedias.

Se viene la 13ª edición del Festival Indígena Yulcuícat

3 Oct
Las comunidades indígenas en El Salvadoreñas siguen en resistencia. Fotografía de Iván Escobar

Por: Iván Escobar

Como un acto de resistencia ante la mala interpretación de la conquista europea sobre el continente Americano y en respaldo a la lucha permanente de las poblaciones indígenas nació el Festival Indígena Yulcuícat, que este 2020 llega a su 13ª edición.

 El Yulcuícat, traducido del náhuat significa “Canto del Corazón”, también en esta edición se llevará a cabo el Poetón por la madre tierra. El Festival este año será de forma virtual ante las medidas preventivas por el COVID-19. Aunque los organizadores informaron que algunas actividades serán semi-presenciales y tomando todas las medidas sanitarias correspondientes.

Con la edición 13 del festival se cierra un importante ciclo de aprendizaje, estudio y trabajo conjunto entre la academia y las comunidades ancestrales, dijo el escritor Luis Melgar Brizuela, uno de los fundadores del festival y miembro del Colectivo Literario Tlamantini.

El también investigador de la temática indígena en El Salvador, destacó que el Yulcuícat-13, llega a su fin pero se prepara de cara a un nuevo ciclo de resistencia.

El Festival Indígena nació en octubre de 2007, a iniciativa de un grupo de intelectuales y representantes de comunidades ancestrales del país, hoy es un espacio para la difusión de las tradiciones culturales, costumbres, así como de las distintas expresiones artísticas de las comunidades indígenas, y actuales.

Cabe recordar que en El Salvador, las comunidades indígenas prácticamente viven en resistencia, primero por los efectos de la Conquista; luego las represiones contra las poblaciones durante las rebeliones de 1833, y de 1932, entre otras problemáticas que siguen enfrentando hoy en día, como la pobreza extrema y la marginación.

Los organizadores de esta edición son: el Colectivo Literario Tlamantini; la Asociación Cultural Kuskatan; y la Facultad de Ciencias y Humanidades Universidad de El Salvador.

Paralelo a las actividades del festival, se desarrollará el Poetón por La Madre Tierra, un homenaje a los pueblos originarios de El Salvador, Mesoamérica, el continente Abbya Yala (nuestra América); para este año, la coordinadora es la poeta salvadoreña, Ada Membreño, quien es la responsable de reunir la más variada participación de escritores y poetas.

Tradiciones. Fotografía de Iván Escobar.-

“El festival Yulcuícat, al buscar la raíz ancestral está como liberando esa energía soterrada por el sistema capitalista, neocolonial y pro imperialista que hemos vivido en nuestro país”, comentó Melgar Brizuela, en entrevista concedida previamente al festival.

Y subrayó que las actividades son “un retorno a los orígenes para reencontrar el potencial espiritual de nuestros ancestros y divulgarlo”.

También afirmó que este esfuerzo surgió como un espacio de resistencia indígena, ante la denominada fecha del 12 de octubre como: “Día de la Raza” o “Día de la Hispanidad”. Por tanto, dijo que de cara al bicentenario “de la falsa independencia”, que se celebrará el próximo año; el trabajo ahora se orientará a reivindicar la memoria de uno de los grandes “próceres de la independencia popular”, como fuera Anastacio Aquino, líder de la rebelión de los Nonualcos, en 1833.

“…Nos acercamos a una coyuntura histórica, estamos a poca distancia del bicentenario de la independencia, pero ese concepto tiene que ser revisado a fondo…para resistir el neocolonialismo que ahora nos ataca con más ferocidad…el falso bicentenario”, reiteró.

El Festival Indígena Yulcuícat entre sus tareas principales está el rescate de la memoria y visibilizar a las comunidades indígenas nahua-pipil; maya-chortí y lenca-kakawira; así como promover la defensa de sus derechos.

“Quiero que el mundo sepa que en este libro está representado el pueblo Tolupán”: Héctor Flores

3 Oct

“Aquel Tolupáner. Vida, lucha y martirio de Vicente Matute Cruz

Héctor Flores «Chaco de la Pitoreta».-

Por: Iván Escobar

El escritor, poeta y periodista hondureño, Héctor Flores conocido como «Chaco de la Pitoreta» presentará el próximo martes 6 de octubre del corriente año, en el espacio “Ventana Literaria”, de la Asociación de Arte y Cultura para el Desarrollo Social, El Salvador Internacional (As-Arte), su último libro titulado: “Aquel Tolupáner. Vida, lucha y martirio de Vicente Matute Cruz».

Hablamos con Héctor sobre su trayectoria, sus esfuerzos para avanzar en la literatura y la lucha social de su natal Honduras, y los pueblos centroamericanos, a continuación dejamos su entrevista.

  • Conocer ¿Quién es Héctor Flores?

Soy poeta, fotógrafo, gestor cultural y abogado, hondureño de nacimiento y centroamericanista de corazón. Tengo 44 años y actualmente recido en la ciudad de El Progreso, Yoro, Honduras. Soy un apasionado de la cultura, en todas sus expresiones artísticas y me considero parte de esa identidad indigena que va por cualquier rincón de América trasgrediendo la inculturización y construyendo mejores espacios en armonía con la Pacha Mama.

  • ¿Cómo valoras el trabajo cultural frente a la problemática social que enfrentan nuestros pueblos?

Creo absolutamente que ante tanta barbarie política, desatención social de los estados para con su pueblo y descalabro económico por la corrupción y la abaricia empresarial la cultura es la única herramienta viable y posible para sacar al pueblo de la ignominia. Por eso se hace impresindible redoblar los esfuerzos para la promosión cultural, para el encuentro de las indetidades originarias, la promoción de la vida y la construcción de otro tipo de tegido social en donde la humanidad vuelva ha ser humana y la vida se vuelva a ver con dignidad.

  • Honduras, al igual que otros pueblos de nuestra región viven tiempos difíciles ¿Los artistas cómo están sobrellevando esta realidad?

Pues yo creo que solo con la fuerza interior que nuestra vinculación con el arte nos ha dado. La sensibilidad que poseemos es un arma contra tanta desolación y ante el abandono que la sociedad económica nos da, al no conciderar el arte como una profesión, no nos queda más que atricherarnos entre nosotros y darnos apoyo. Creo que por eso los artistas somos tan silenciosos. En definitiva necesitamos apoyo, pero sabemos que hay otros que lo necesitan más y por eso nos tragamos solos nuestras carencias y dolores.

Su último libro: “Aquel Tolupáner. Vida, lucha y martirio de Vicente Matute Cruz«.-
  • Hablando sobre este nuevo libro, ¿Cómo nace la idea?

Primero que nada nace del contacto con la tribu indígena Tolupán que habita en los departamentos de Yoro y parte de Francisco Morazán y Olancho en Honduras. Son una población muy marginalizada, perseguida, asesinada y sobre todo expulsada de sus propios territorios originarios por el estado, las empresas y corporaciones extractivistas internacionales que además cuentan con la protección del ejército.

Pues se me ocurrió que era mi deber ser la voz y la palabra que pudiera contar su historia y por eso me enfrasque en trabajar entre ellos y después a sacar a la luz sus conflictos y los responsables de esos conflictos, este es el segundo libro que escribo sobre este pueblo indígena.

  • El tema testimonial es fundamental en la construcción de la memoria. El testimonio de Vicente ¿Qué representa para la cultura hondureña?

Sin duda hacer testimonio es importante para la construcción de la memoria histórica y en especial cuando de Vicente Matute, un indígena cuyo asesinato es responsabilidad del estado y 30 años después sigue impune. Sigue impune porque en su caso el estado es juez y parte. Vicente fue asesinado por defender su derecho a la autodeterminación como pueblo. Por defender los bosques, la tierra, los minerales del subsuelo y sobre todo la dignidad de su pueblo.

Tal vez la gente no entienda nunca lo que significa Vicente para Honduras porque la gente está acostumbrada al folklore como cultura y no a la identidad misma de los pueblos. Vicente dio su vida por la identidad del pueblo que es la cultura misma de Honduras y por tanto es necesario que su memoria no se quede en el olvido, se mantenga viva en su legado indígena y en su lucha por el medio ambiente.

  • El elemento de identidad y arraigo a la tierra está presente en este libro-

Sin duda la tierra juega un papel importante en todo el libro pues fue por esa tierra que Vicente dio la vida. Y no es por cualquier tierra, ni mucha, es por la tierra que le corresponde ancestralmente a los Tolupanes. Por eso yo estoy seguro que es un libro comprometido con la identidad, con el arraigo y especialmente con la identidad, porque es justamente en ese contacto con la tierra que se define lo que es la cultura Tolupán, la cosmovisión Tolupán, el orgullo del pueblo Tolupán.

Yo quiero que el mundo sepa que en este libro no estoy yo sino el pueblo Tolupán. Que es un pueblo el que esta reflejado en él y que más allá de planes y realidades cosmeticas este libro es la voz de un pueblo que sufre y es apabullado por quien debió protegerlo que es su propio estado.

  • En tus libros, tú poesía abordas la identidad hondureña, su lucha, su gente. ¿Cuál es el aporte del arte hondureño a la consciencia social?

Todas mis letras, creo yo y si me equivoco espero la gente me lo recuerde, apuntan a la costrucción de una sociedad más equitativa y justa. Yo creo que los hombres y mujeres debemos vivir mejor, que el mundo da para que todos y todas podamos vivir mejor pero hay unos cuantos que se quieren quedar con todo y nos condenan al resto.

Y sin embargo tengo que decir con mucha pena que no todos los artistas apuntan a esa nueva construcción social, por tanto se vuelve complejo decir con ciencia cierta cual es el aporte que como arte se esta dando. Si puedo decir con absoluta certeza que hay muchos artistas comprometidos con la creación artística de calidad pero que esa calidad no necesariamente tiene como fin la puesta en marcha de una propuesta que lleve a un cambio social, a una mejora de la conducta humana, a otra sociedad más equitativa.

  • ¿Cuáles son otras obras de tú autoría?

He publicado varios libros de poesía entre los que puedo destacar “Versos para leer desde las trincheras”, “universo”, 1976, “Pitoretas por siempre”. He producido varias antologías entre ellas: “Todos los caminos”, “Al final del Asfalto”, “La espera Infinita I y II”, “Identidad en resistencia y Honduras como epicentro”. Además mis poemas han sido publicados en varias antologías de Europa, Asia, Estados Unidos, Centro América, América del Sur.

También he escrito libros de investigacion social como: “Educación pública de calidad y como derecho”, “Fe y Alegría entre los Tolupanes”, “De la opción a la acción”, “El sistema penitenciario hondureño”, “Reescrituras de la educación pública en Centroamérica”, “Educar en contextos de violencia, Maras y pandillas en Centroamérica, “Educación y desarrollo sostenible… y recientemente “Aquel Tolupán”.

  • Para cerrar, ¿Cómo consideras el aporte literario en la lucha social a nivel regional’?

El pensamiento regional se vuelve impostergable y la lucha por regionalizarnos también. Pero es importante que esa regionalización salga del pueblo, vaya con el pueblo y se haga con y para el pueblo. Centroamérica somos uno solo y peleamos por separado contra el mismo monstruo sistémico. Es tiempo de que nos articulemos y creo que la producción de pensamiento que se escribe, se canta, se baila o se representa son la mejor herramienta para conseguir ese cambio. Yo creo en el arte como instrumento de vanguardia para la articulación no solo centroamericana sino latina.