Archivo | enero, 2020

Tacuscalco la tierra sagrada que sus herederos intentan proteger

31 Ene

Diario Co Latino ha sido de los medios ha logrado registrar el suceso. El tema no es de interés para la gran prensa.

Por: Iván Escobar

Herederos de Tacuscalco exigen al Estado se respete la tierra de sus ancestros y llaman a la defensa del mayor templo sagrado del occidente de nuestro país, ese fue el mensaje que expresaron en la rueda de prensa, representantes indígenas y ciudadanos que luchan por la preservación del lugar.

Durante la jornada que tuvo lugar en la Universidad Centroamericana “José Simeón Cañas” (UCA), este miércoles 29 de enero, el movimiento de “artistas, intelectuales y Trabajadores de la Cultura en Defensa de Tacuscalco” reafirmó su compromiso de acompañamiento a las comunidades indígenas en defensa de este lugar, que es amenazado por la urbanización en estos días, y la pasividad de las autoridades estatales que no logran detener a la empresa Fénix S.A. de C.V.

Este movimiento hizo público esta semana un comunicado en el cual, a la fecha ya ha sido firmado por más de 200 artistas de diversas expresiones, profesionales de diversas disciplinas, y ciudadanos que piden frenar todo daño al lugar. La lucha se ha intensificado luego que este mes se conociera de la destrucción de importante material arqueológico en la zona, siempre por los responsables de impulsar el proyecto urbanísticoa “Acrópolis Sonsonate”.

Mateo Rafael Latín, representante de la Alcaldía del Común de la zona de los Izalco, agradeció el acompañamiento, y remarcó que “hoy nos sometemos a este nuevo proceso de lucha”, recordando que en El Salvador las comunidades indígenas siempre han sido invisibilizadas, sometidas a la explotación, despojados de sus tierras ancestrales, y obligados a vivir en la extrema pobreza.

Latín recordó que desde 1881 con la introducción del café, “nos quitan la mayor parte de nuestras tierras”; hace 88 años, en 1932 “se da el otro problema por la miseria en estábamos”, en referencia a la masacre indígena en el inicio de la administración de Maximiliano Hernández Martínez. “Nuestros parientes tenían que luchar, solo en Izalco más de 10 mil hermanos nuestros nos asesinaron”, recordó.

Después de 1932 las poblaciones indígenas han sido perseguidas e invisibilizadas.

Y desde aquel oscuro 1932 a la fecha “no simplemente mataron a nuestra gente, eliminaron ese conocimiento ancestral que hoy nos está haciendo falta. Izalco ha sufrido estragos…nuestra propia gente niega nuestra cultura por el desconocimiento”, puntualizó.

En este sentido, enfatizó que la defensa de Tacuscalco hoy en día se convierte en una nueva lucha de las comunidades indígenas, que se resisten a perder esa identidad que han preservado casi en silencio, resistiendo a toda agresión, persecución y un oscuro pasado.

Federico Paredes, arqueólogo salvadoreño y parte del movimiento de defensa de Tacuscalco, recordó que el lugar es un espacio sagrado y de gran valor histórico y patrimonial. Resalta que la lucha ha comenzado a dar resultados, ya que a pesar que la destrucción y amenaza hacia el lugar que viene desde 2017, se ha logrado que este mes –luego de los últimos daños a la zona- el Ministerio de Cultura emitiera una resolución en la cual se establece hasta 500 manzanas la zona declarada como “bien cultural”. Ya que en 1997, a través de la Ley Especial de Protección del Patrimonio Cultural, solo se contemplaban un aproximado de 40 manzanas.

“Lo que está pasando en Tacuscalco es el mismo caso que pasa a nivel nacional y regional…la destrucción de un sitio patrimonial de los sitios arqueológicos, sitios sagrados constantemente”, indicó.

Y añadió que “esto nos debe llevar a reflexionar sobre nuestro modelo de gestión patrimonial”.

Para el movimiento no solo es defender Tacuscalco y que se castigue judicialmente a los responsables de la destrucción; hay que trascender a la preservación de otros espacios, de las comunidades, de garantizar el derecho a la cultura e identidad que tienen los pueblos originarios.

De acuerdo a Paredes, Tacuscalco forma parte de los 545 sitios existentes en el país, de acuerdo al mapeo arqueológico que data de 2005; por tanto podrían existir más, y no es posible que se dejen perder y llevarse parte importante de la historia de El Salvador, acotaron.

El Presidente debe cumplir su palabra

Latín a nombre de la Alcaldía del Común, institución que data de 1549, y que ha resistido a todas las agresiones, pero que sigue siendo un punto de encuentro de las comunidades indígenas, llamó al Estado, al Presidente de la República, a las autoridades competentes que acompañen la defensa de Tacuscalco.

“Reconocemos que somos los herederos exclusivos, la Alcaldía del Común representa la región de los Izalco, no solo Izalco, y Tacuscalco es parte de los cuatro Izalcos con lo cual nos pertenece, nos duele que a estas alturas, a más de 500 años todavía luchen por todos los medios en invisibilizarnos, de mantenernos con pobreza extrema”, expresó.

Por tanto, enfatizó que en nombre de la Alcaldía del Común “le exigimos al Estado, al señor Presidente con mucho respeto, hoy es el momento que en campaña decía: que estaba dispuesto a luchar en beneficio del pueblo. Bueno, hoy queremos verlo”.

Y añadió que hoy el Estado, y sus autoridades tienen la oportunidad de apoyar a las comunidades indígenas, “…espero que analicen la situación y no sean cómplices una vez más de la destrucción de nuestro pueblo, de la destrucción de nuestra historia”, puntualizó Mateo Latín.

Por su parte, la representante de FESPAD, Ariela González, destacó que la defensa jurídica de Tacuscalco es viable, ya que hay jurisprudencia tanto local como internacional para ejercer la protección de los derechos culturales. “Los pueblos indígenas no están solos”, afirmó.

El pasado 28 de enero salió publicado el comunicado del movimiento de artistas, intelectuales, académicos, trabajadores de la cultura que a la fecha suman más de 200 firmas, y en el cual se reafirma el carácter histórico de Tacuscalco, ya que desde tiempos de la conquista española, se dejó sentando como un lugar de gran importancia, según consta en la Carta de Pedro de Alvarado a Hernán Cortes, el 28 de enero de 1524, y en la actualidad el arqueólogo Federico Paredes ha confirmado que fue una zona “nuclear” de las cabezas de jaguar.

“Además es parte de la región cacaotera, en la zona de los Izalcos. Zona Nuclear de las cabezas de Jaguar…(ya que) tres monumentos fueron encontrados en Tacuscalco”, finalizó.

“Mi llamado es al señor Presidente…creo en su palabra y no creo que sea hipócrita, que demuestre con palabras. Para nosotros como pueblos originarios la palabra dignifica al hombre”, concluyó Latín.

 

 

Un sistema que dio muerte a los indígenas que solo exigían sus derechos

22 Ene

1932 un año de muerte y represión

La masacre indígena en occidente. Foto tomada de internet.

Por: Iván Escobar

“Comunistas” fue el calificativo con el cual se le denominó a todo aquel salvadoreño que en la década de los 30´s se atrevía a exigir sus derechos a un sistema que era flanqueado por la oligarquía cafetalera de la época.

Este 22 de enero de 1932 se cumplen 88 años de la mayor masacre cometida por el Estado salvadoreño, en la cual se aplicó una medida de exterminio contra las poblaciones indígenas, en especial aquellas ubicadas en el occidente del país. La fecha del 22 es simbólica, ya que enero en realidad fue el mes de mayor inestabilidad social en el inició de aquel fatídico año en el cual la muerte campeó en un oscuro momento de la historia nacional.

Muchas han sido las investigaciones que a partir de aquel suceso se han conocido. Aunque en un primer momento, el tema solo era discutido en el ámbito académico, y en escenarios internacionales, poco a poco la temática fue cobrando interés entre historiadores, investigadores, periodistas en el país que han comenzado a explorar en torno al por qué de aquella gran masacre, que muchos consideran fue la mayor represión del sistema contra las poblaciones indígenas. Algunos contabilizan hasta 30 mil asesinados, otros hablan de cifras menores o mayores.

Ceremonia en Los Llanitos, Izalco. Foto de: Iván Escobar

En realidad el punto no es la cantidad, sino los efectos que a más de ocho décadas de aquel oscuro 1932 dejó en El Salvador. Invibilización, pobreza extrema, negación, ocultamiento de sus tradiciones, pérdida del uso de sus vestimentas, y lo mayor y hasta la fecha insuperable, el ocultar su lengua ancestral, a tal punto de llegar casi al exterminio de la misma en el presente.

El nahuát, la mayor identidad de las poblaciones indígenas salvadoreñas, su herencia ancestral, ha llegado al grado de casi desaparecer. Si no fuera por algunos esfuerzos académicos y alejados al Estado, la lengua ancestral a esta fecha se hubiera perdido. Hoy hay programas desde el Ministerio de Educación, y algunos esfuerzos de nahuahablantes que han logrado que el lenguaje cobre fuerza, y comience un despertar, pero en algunas comunidades aún resguarda con recelo características propias que no se comparten fácilmente.

En aquellos días, el sistema se encargó de encasillar al campesino y al indígena en general, con el mote de “comunistas” por el simple hecho de exigir sus derechos, por reclamar sus tierras que gobiernos pasados les habían despojado para dar paso al rubro del café. Los ejidos y tierras comunales fueron despejadas de sus dueños tradicionales, las comunidades indígenas, y el Estado las pasó a manos de grandes terratenientes, quienes en poco tiempo se consolidaron como la “oligarquía cafetalera”, ubicada en gran parte en la zona occidental del país.

Y es que la caficultura había advertido Alberto Masferrer hacia la década de 1920, que las consecuencias sociales que se tendrían en el país tenían a la base “el monocultivo y concentración de la propiedad de la tierra”, nos recuerda Carlos Gregorio López Bernal, en su libro: “Tradiciones inventadas y discursos nacionalistas: El imaginario nacional de la época liberal en El Salvador, 1876-1932”.

Esta misma investigación plantea que “aunque las posibilidades de triunfo de la insurrección eran mínimas, ésta se produjo en enero de 1932, afectando en mayor grado la zona occidental del país, que era un importan centro cafetalero”.

En tanto el autor destaca que “…a partir de 1932, la concepción de la nación, y las actitudes hacia el nacionalismo, hayan cambiado…”, en referencia a que el gobierno de Maximiliano Hernández Martínez, quien llegó al poder en diciembre de 1931, a través de un golpe de Estado contra Arturo Araujo, luego de la masacre usa el discurso nacionalista y unificador para “superar” la crisis y ganarse incluso la aceptación de las clases populares.

Desde Araujo ya había represión

Mucho se ha señalado a Martínez como el responsable principal de la masacre, por ser él quien estaba al frente del gobierno central, y quien da las ordenes al ejército para disuadir el intento insurreccional, que acabó en masacre.

Ceremonia indígena en enero de 2019. Foto de: Ricardo Segura

Pero poco se dice que Araujo, también aportó a que el ambiente estuviera caldeado ya para enero de 1932. Si bien, se le llegó a considerar un presidente proveniente de un amplio apoyo popular, la investigación de López Bernal, señala que en un momento no logró dar respuesta el nuevo gobierno a las necesidades principales de la población, y poco a poco la masa que le apoyo electoralmente se volteó en contra de él, a esto se suman los grupos de poder económico, en particular los cafetaleros que no sentían cierta comodidad con un gobierno muy a favor de las grandes mayorías.

Es así que a los pocos meses de llegar al poder Araujo, enfrenta las protestas sociales, y se da la primera “represión”, el 27 de mayo de 1931, contra una manifestación calificada de “comunista” y que el gobierno reprimió.

Este accionar represivo y el constante mensaje de atribuir a la protesta pública, el tema de los “comunistas”, creó en el imaginario de la población que el termino era negativo, y todo aquel al que se le atribuía, sufría marginación o persecución.

Al llegar Martínez al poder, la situación social estaba muy tensa y la gente estaba decidida a no seguir aguantando mentiras, y pedían se cumplieran sus demandas. En la ciudad, el movimiento sindical, los trabajadores en general no resistían más el nivel de pobreza que se vivía; y el Partido Comunista Salvadoreña que sí tenía cierta incidencia en situaciones populares, se sumaba al accionar.

Pero el mayor malestar estaba presente en el campo, entre los campesinos y poblaciones indígenas que eran explotados por los grandes terratenientes cafetaleros.

Flor Castaneda, originaria del municipio de Nahuizalco, en el departamento de Sonsonate, es descendiente de una familia indígena, y de las cuales sufrieron en carne propia la represión. “Nuestros abuelos fueron masacrados, sus derechos pisoteados, y despojados de sus tierras”, recuerda la ahora diputada por el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN).

La parlamentaria considera que la masacre en el occidente del país sigue presente en pleno 2020, y es la muerte y persecución desatada desde la noche del 22 de enero de 1932, que no logra superarse 88 años después.

En 2014 la Asamblea Legislativa ratificó el artículo 63 de la Constitución de la República, para reconocer a los pueblos indígenas. Foto de: Iván Escobar

En conclusión a 88 años si bien las poblaciones indígenas han logrado reivindicar ciertos derechos, hace falta mucho por hacer. En 2014 el Estado salvadoreño reconoce a través de una enmienda a la Constitución de la República, la existencia de poblaciones indígenas, y en 2017, el gobierno del Profesor Salvador Sánchez Cerén, aprueba la política nacional de poblaciones indígenas. Hoy en día, las poblaciones luchan y siguen resistiéndose a ser atropelladas, sus comunidades siguen carentes de servicios básicos, y sus templos sagrados son sustituidos por urbanizaciones privadas que les continúan despojando de sus tierras, ejemplo de esto último es la destrucción sistemática que va dándose en contra de Tascuscalco, siempre en Sonsonate. La noche aún no pasa sobre los pueblos del occidente salvadoreño.

Devoción, fe y sacrificio para preservar la promesa de Esquipulas

15 Ene

50 años peregrinando

Los peregrinos listos para salir el pasado nueve, a las 3 de la mañana.

Texto de: Iván Escobar

Fotografías: Cortesía de los Caminantes

Con devoción, fe y mucha dedicación los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños cumplieron la promesa de celebrar el 50 aniversario de la peregrinación que inició en enero de 1970 por un pequeño grupo de salvadoreños en agradecimiento por los favores y milagros recibidos del Cristo de Negro y la Virgencita de Guadalupe.

Desde esa fecha, y a iniciativa de doña Mercedes, quien junto a siete peregrinos más caminaron por primera ocasión desde el municipio de Metapan, en Santa Ana hasta la población guatemalteca de Esquipulas, en agradecimiento. La visita se repitió año con año, y este 2020 no fue la excepción. Una nueva generación de peregrinos, entre ellos familiares y algunos de sus fundadores emprendieron la marcha que se ha mantenido a lo largo de estas décadas.

Los peregrinos partieron de Metapan la madrugada del pasado nueve de enero con destino a Esquipulas, con apoyo de jóvenes scouts guatemaltecos, la directiva de los Caminantes Guadalupanos, feligreses católicos tanto guatemaltecos como salvadoreños, y autoridades locales de Esquipulas, se desarrolló la tradicional peregrinación.

Los peregrinos desafían el clima para cumplir la tradición.

Al caer la tarde del mismo día, llegaron a la zona de El Mirador, ya en territorio de Esquipulas donde participaron y desarrollaron un primer acto conmemorativo, así como compartieron oraciones, alegrías, anécdotas y un pequeño refrigerio antes de culminar su peregrinación en el templo de la localidad.

En este acto, los peregrinos hicieron entrega de reconocimiento a todas aquellas personas, instituciones públicos y privadas que de una u otra forma han dado apoyo a los Caminantes Guadalupanos en estos 50 años. Luego en procesión y junto a los esquipulteños llegaron al filo de las nueve de la noche a la Basílica del Cristo Negro, para participar en la misa de acción de gracias.

Cabe recordar que para 1971, se comienza a llevar en la peregrinación la imagen de la Virgen de Guadalupe, acción que fue impulsada desde un inicio por Luis Guillermo Solano, conocido como “Piocha”, y uno de los promotores de esta tradición. Solano junto a don Arnulfo se suman con otros peregrinos a esta jornada que este 2020 llegó a su 50 aniversario. Piocha falleció el pasado 28 de noviembre de 2018, pero su hija Guadalupe Solano, y los peregrinos siguen la tradición.

Peregrinaciones salvadoreñas

El recorrido es el fin de una serie de trabajo en equipo.

Este 15 de enero es la fiesta en honor al Cristo Negro, razón por la cual año con año, generaciones de salvadoreños han peregrinado en el primer mes del año para ser parte de la conmemoración religiosa, en honor al milagroso patrono de Esquipulas.

Datos de la Academia Salvadoreña de Historia, advierten que “las peregrinaciones fueron una práctica habitual entre los habitantes de El Salvador colonial. Muchos partían hoy (14 de enero) para llegar a tiempo, a una de las más concurridas: la del Cristo de Esquipulas”.

La misma fuente añade que “el viaje a Esquipulas tomaba al menos dos días, si se partía de Sonsonate o Santa Ana, viajando a caballo, en el siglo XVIII”.

Pese al cansancio, los peregrinos comparten con un hermoso paisaje.

Es así como en el pasado era toda una tradición las peregrinaciones de salvadoreños por estas fechas, algunas personas aún recuerdan las que partían de localidades como San José Guayabal, y otras, las cuales a su paso con cohetes de vara anunciaban el paso de los peregrinos.

Es así que la peregrinación de los Caminantes Guadalupanos forma parte de esta tradición que data de hace muchos años y en veneración al Cristo Negro.

50 años Caminantes Guadalupanos

El pasado domingo 12, culminó la celebración del 50 aniversario de la peregrinación, con la tradicional procesión de la Virgen de Guadalupe y en el marco de la celebración de los 261 años del traslado a la Basílica al Santo Cristo Crucificado de Esquipulas.

Los Caminantes Guadalupanos agradecen el apoyo y a Dios por permitirles preservar esta tradición.

Con esta actividad se cumple la promesa de celebrar la peregrinación un año más, trabajo arduo y constante que se planificó en el último año, y que significó mucho sacrificio y dedicación por parte de los Caminantes Guadalupanos Salvadoreños.

“Durante más de un mes desarrollamos diversas actividades entre ellas la 50 Peregrinación, que era la actividad central de la jornada conmemorativa”, destacó Sofía Rodríguez Padilla.

Al tiempo que agradeció el apoyo de todos los directivos quienes “han trabajado arduamente por la celebración de los 50 años y por mantener viva la tradición que inició en 1970 con los primeros Caminantes Guadalupanos a quienes se les debe y valora esta bella herencia de Fe y Tradición”, concluyó.

50 años de peregrinaje y veneración a la Virgen de Guadalupe y al Cristo Negro

5 Ene

El cobertizo recibirá a los peregrinos

Altar en El Cobertizo, ya todo está listo para recibir a los peregrinos.

Por: Iván Escobar

Todo está listo para desarrollar la tradicional peregrinación que parte desde el occidental municipio de Metapán, en El Salvador hasta Esquipulas, Guatemala, en veneración a la Virgen de Guadalupe y el Cristo Negro.

El punto de llegada es el pequeño santuario conocido como “El Cobertizo”, edificado por salvadoreños que desde 1970 llegan al lugar para preservar una tradición que hermana a dos pueblos centroamericanos.

Este año es especial porque se llega al 50 aniversario de esta peregrinación que inició con un pequeño grupo de salvadoreños que cada enero viajaban a pie a Esquipulas para dar gracias al Cristo Negro por favores recibidos, y a la Virgen de Guadalupe, la cual llevan año con año en estandarte que peregrina la ruta.

Para este 2020, “invitamos a la población salvadoreña, guatemalteca, y a toda aquella persona que quiera unirse a la caravana que año con año sale desde Metapán, departamento de Santa Ana, hasta el vecino país de Guatemala, en la población de Esquipulas”, informaron los organizadores que durante todo 2019 han desarrollado diversas actividades para garantizar el desarrollo de esta celebración.

Desde 1970 peregrinos salvadoreños han llegado hasta Esquipulas portando la imagen de la virgen morena.

Programa de la peregrinación

Para el día 8 de enero, se reunirá los caminantes en el parque central de Metapán a las 6 de la tarde, para luego trasladarse al Polideportivo de la zona y descansar.

A las tres de la madrugada del día 9 de enero, saldrán en procesión con la virgen, desayunando en la frontera con Guatemala, “para reanudar la marcha y reunirnos con nuestros hermanos guatemaltecos, y el almuerzo está programa para la una de la tarde”, indicaron. La caminata se reiniciará luego, para estar llegando al mirador alrededor de las siete de la noche del mismo día.

Después de la cena, se reanuda la caminata hasta el templo, donde se oficiará la misa.

A toda aquella persona interesada en participar en la jornada, la ofrenda de participación es de $5.00 dólares ó Q 35,00 quetzales, con derecho a: camisa alusiva al evento de aniversario; gafete para reclamar refrigerio; se garantizará agua durante todo el recorrido; y el participante deberá portar su DUI o pasaporte vigente, así como disposición de participar en una caminata de amplia trayectoria, por lo que deben porta ropa y calzado cómodo, así como abrigo por la noche, indicaron los organizadores.

Parte del equipo organizador y miembros de los Caminantes Guadalupanos, responsables del 50 aniversario.

Sofía Lizet Rodríguez Padilla, una de las organizadoras de la jornada se ha mostrado optimista y activa durante 2019, junto a su equipo de trabajo, entre peregrinos fundadores y actuales que con sacrificio y entusiasmo se han dedicado a dar mantenimiento a El Cobertizo, templo edificado por salvadoreños en las cercanías de la Basílica de Esquipulas.

«Piocha» (cuarto de izq. a derecha), uno de los fundadores de la peregrinación, junto a caminantes.

Estos 50 años de veneración y peregrinaje son un espacio de compartir y aprender a ser más solidarios, además de mantener una tradición que hoy sigue gracias a los diversos sacrificios de los peregrinos. Además agradecen el apoyo de medios de comunicación tanto guatemaltecos como salvadoreños que dan cobertura a cada peregrinación, llegando con el mensaje cada año a más personas.

Para Guadalupe Solano, hija de Luis Guillermo Solano, fundador de esta peregrinación, destacó que en vida su padre siempre soñó que en el 50 aniversario de la peregrinación se lograra hacer un gran evento, hoy que está a pocos días de cumplirse el tiempo, la emoción le embarga y le motiva a continuar el legado de su padre con el apoyo pleno del colectivo. Desde el fallecimiento de “Piocha” como era conocido Solano, el 28 de noviembre de 2018, su hija ha acompañado a los Caminantes y ha sido parte fundamental en la organización de este aniversario.

La peregrinación se celebra cada año, en el marco de las fiestas patronales en honor al Señor de Esquipulas o Cristo Negro, en la vecina Guatemala, la fiesta patronal se celebra cada 15 de enero, por ello en enero desde hace muchos años hay peregrinaciones y visitas de salvadoreños a la Basílica, que este 2020 cumple 261 años de fundación. Los Peregrinos Caminantes Guadalupanos Salvadoreños han mantenido esta tradición por 50 años, y hoy lo celebran con alegría.